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Hombre se casó por despecho, pero aún seguía “enamorado de su exnovia”

Una relación interrumpida por decisiones, reencuentros inconclusos y un mensaje que cambió todo a pocos días del altar.

Hombre se casó por despecho, pero aún seguía “enamorado de su exnovia”
Hombre se casó por despecho, pero aún seguía “enamorado de su exnovia”. Imagen referencial

En junio de 2011, a pocos días de casarse, un hombre recibió un mensaje que le removió todo. Era de Laura, su exnovia. El texto era breve, pero contundente: le deseaba suerte y se despedía. Lo que parecía un cierre, fue en realidad el inicio de una historia que nunca terminó del todo.

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Ambos se conocieron en 2006, cuando él la llevaba a clases los sábados. Entre caminatas, almuerzos y conversaciones, forjaron un vínculo que se volvió amoroso. Según el medio internacional que recoge la historia, la relación duró tres años, intensa pero también frágil. Luego, la vida los separó: ella se mudó para terminar su carrera de medicina, él cambió de ciudad por trabajo. La distancia marcó el final.

Tiempo después, Laura se casó, pero su matrimonio duró solo siete meses. Él, por su parte, conoció a Estefanía y se casó tras cinco meses de noviazgo. Nunca fueron realmente compatibles. Seis años de un matrimonio sin chispa ni convicciones comunes.

Tres años después de casarse, Estefanía descubrió un mensaje de Laura en el celular de su esposo, guardado bajo un seudónimo. No era comprometedora, pero suficiente para romper la confianza. Lo enfrentó, lo golpeó y la relación nunca se recuperó.

A lo largo de los años, él y Laura se reencontraron cinco veces. No hubo intimidad, pero sí un lazo emocional intacto. Ninguno logró tomar decisiones definitivas. Mientras tanto, Estefanía también buscó consuelo fuera del matrimonio, con un hombre serbio con quien eventualmente se casó tras el divorcio.

Él quedó libre, pero emocionalmente atado. Intentó recuperar a Laura, pero ya era tarde. Ella había rehído su vida. No hubo reproches, solo silencio. El último rastro de ella fue en un funeral.

Hoy, él se arrepiente de no haber seguido su intuición cuando su padre le dijo que aún podía elegir el amor. También de no haber apostado por Laura cuando era el momento. Porque a veces, lo que nunca se elige, se queda para siempre en el “y si...”.

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Esta historia deja una reflexión dolorosa pero sincera: el amor no siempre basta si no se tiene el valor de defenderlo a tiempo. Las oportunidades se desvanecen y las decisiones tomadas por miedo o comodidad pueden marcar una vida entera. Al final, el silencio se convierte en la única respuesta de una historia que, aunque real, jamás tuvo un final verdadero.

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