Luego de muchos meses de lucha legal, finalmente las autoridades turcas han podido darle fin al juicio del televangelista Adnan Oktar, quien es el centro de un enorme escandalo de abuso sexual y corrupción en torno a un culto que fue creciendo durante lo últimos años en ducho país y que ahora le ha valido más de 8 mil años de sentencia.
PUBLICIDAD
Adnan Oktar llegó a la fama gracias a un particular programa de entrevistas producido y presentado por él, el cual se transmitía en un canal de televisión de su propiedad, A9. El show juntaba elementos de entrevistas con debates religiosos islámicos, divagaciones apocalípticas y atractivas modelos con maquillaje exótico, pelucas y vestidos estilo bondage.
Más de 8 mil años de prisión para líder de culto que tenía “esclavas sexuales”
Las acusaciones en contra de Oktar eran bastante serías, pues se levantaron cargo que van desde abuso sexual de menores hasta fraude, así como intento de espionaje político y militar y contaba en su pico con más de 160 mujeres a las que se les llamaban “gatitas”.
De acuerdo a la información recopilada en el juicio, el hombre obligaba a estas mujeres a someterse a cirugías estéticas sin anestesia y muchas afirmaron haber sido víctimas de abuso a manos del hombre luego de huir del complejo fortificado donde las mantenía cautivas.
Durante la investigación, la policía encontró 69.000 píldoras anticonceptivas en la casa de Oktar, lo que confirma un testimonio que afirmaba que el hombre violaba repetidamente a sus “gatitas” y tomaba las medidas necesarias para no engendrar niños. Oktar fue sentenciado finalmente a 8.658 años de prisión.
Los desgarradores testimonios de las víctimas de Adnan Oktar
Como lo indica el antropólogo Daniel Martin Varisco el estilo idiosincrásico del culto de Oktar es como una “versión Disney del Islam sexuada” y estaba pensada para lavar el cerebro a las mujeres. Una de las que logró escapar recordó una intervención quirúrgica sin anestesia durante una entrevista con el medio Sunday times.
“Fue horrible. Horrible. Todavía puedo recordar el martillo. Estaba contando cuántas veces me golpeaban la nariz con el martillo y el cincel” comentó Seda Isildar, quien logró escapar hasta Canadá. Así mismo, muchas otras mujeres comentaron los abusos sexuales y físicos a los que eran sometidas.