James King fue uno de los participantes más recordados de Mi vida con 272 kilos, la exitosa serie de telerrealidad que muestra los retos físicos y emocionales de personas con obesidad extrema. Su historia conmovió a millones de espectadores en todo el mundo, no solo por su lucha contra el sobrepeso, sino por la dura batalla interna que libró hasta el final de su vida.

Nacido en Kentucky, James vivió una infancia marcada por la ausencia de su madre y los problemas económicos. Su padre, un hombre trabajador, hizo grandes sacrificios para ayudarlo a financiar su tratamiento con el reconocido cirujano bariátrico Dr. Younan Nowzaradan. Sin embargo, el peso emocional que cargaba James fue mucho más difícil de aliviar que los kilos físicos. La comida se convirtió en su refugio, en un escape frente a la tristeza y la frustración acumuladas durante años.

En 2017, James pesaba alrededor de 358 kilos cuando ingresó al programa. A pesar de los esfuerzos del Dr. Now, su progreso fue mínimo debido a su dependencia emocional de la comida y a la influencia negativa de su entorno. Finalmente, fue expulsado del programa por incumplir las reglas, aunque continuó tratando de recuperar el control de su vida fuera de cámaras.
El 3 de abril de 2020, a los 49 años, James King falleció en el Hospital Saint Thomas Midtown de Nashville, Tennessee. Según reportes, su muerte fue causada por un choque séptico y una insuficiencia renal derivada de complicaciones de salud asociadas con su peso. Para entonces, había perdido más de 130 kilos, un logro significativo que demostró que nunca dejó de intentarlo. Su partida fue profundamente lamentada por los seguidores del programa y por quienes vieron en él a un hombre que, pese a sus errores, nunca perdió la esperanza de mejorar.
El legado de James King va más allá de su participación en la televisión. Su historia abrió una conversación global sobre la obesidad mórbida, la adicción a la comida y la salud mental. En una sociedad que muchas veces juzga sin comprender, James mostró el rostro humano detrás de la obesidad: la lucha diaria contra la culpa, el estigma y el dolor emocional.

Su vida también dejó una lección importante para la comunidad médica: los tratamientos para perder peso no pueden centrarse únicamente en la dieta o la cirugía, sino en abordar las causas psicológicas del descontrol alimentario. James fue un reflejo de miles de personas que usan la comida como consuelo, recordándonos que la empatía y el apoyo emocional son tan esenciales como la medicina.
Aunque su paso por Mi vida con 272 kilos terminó de forma trágica, su historia sigue inspirando a otros a buscar ayuda, a no rendirse y a comprender que la recuperación es un proceso complejo. La muerte de James King no fue en vano; su legado persiste como una advertencia y una enseñanza sobre la importancia de cuidar no solo el cuerpo, sino también el alma.

