La trayectoria de Yesenia Vargas es un testimonio de cómo la visión empresarial, cuando se combina con la búsqueda de la excelencia y la sensibilidad social, puede trascender el negocio.
Para celebrar su cuarto de siglo de carrera, la empresaria guayaquileña organizó un encuentro emotivo en su salón principal, reuniendo a las mujeres que han marcado su trayectoria: clientas de años, reconocidas influencers y líderes de activismo social. Este gesto consolidó como un evento de empoderamiento femenino.
Lo que comenzó hace 25 años como una peluquería impulsada por la simple “necesidad de la típica humanidad de una mujer de estar siempre en el salón arreglándose”, evolucionó hasta convertirse en una empresa líder en la fabricación de extensiones de cabello humano en Ecuador.
En sus inicios, Yesenia Vargas buscaba cumplir un requerimiento personal al abrir su primer salón. Sin embargo, su propia experiencia como usuaria de extensiones le reveló una deficiencia en el mercado local: la falta de calidad.
Este vacío fue el catalizador para su gran cambio estratégico. Vargas tomó la decisión audaz de no ser “una peluquería más” sino de transformarse en un centro especialista en extensiones, dedicado a ofrecer la mejor calidad disponible en el país. Desde ese momento, su trabajo se ha enfocado en consolidar su marca como sinónimo de prestigio en el sector de las extensiones.
Un pilar fundamental en el éxito del modelo de negocio de Yesenia Vargas ha sido su enfoque en la formación profesional. La empresaria decidió tomar las riendas de la educación de su personal, optando por no contratar a profesionales con experiencia previa, sino por formar a su gente desde cero en su propia academia.

La filosofía detrás de esta decisión es clara: las empleadas son capacitadas con la misma dedicación y estándar de calidad con el que a Yesenia le gusta que la atiendan a ella.
Este método ha generado un equipo altamente especializado y, notablemente, ha resultado en una baja rotación de personal. La fidelidad y antigüedad de sus colaboradoras son el reflejo directo del valor que Vargas otorga a la capacitación interna, un estándar que busca replicar en cada uno de sus estudiantes.
En los últimos cinco años, el corazón humano de la empresa ha latido a través de la Fundación Yesenia Vargas. A través de esta obra social, la empresaria ha tenido la oportunidad de donar pelucas de cabello humano a niñas y mujeres que atraviesan cuadros de cáncer.
Vargas ha descrito este trabajo como lo “más satisfactorio” de su trayectoria, destacando los “abrazos y sonrisas inmerecidos” que ha recibido al poder devolver a estas pacientes una parte de su identidad y autoestima. Para la fundadora, esta actividad es la “parte humana de nuestra empresa” y la prueba de que se puede tener un negocio próspero que al mismo tiempo haga una obra social significativa.
Con 25 años de éxito consolidado a nivel nacional, Yesenia Vargas mira hacia el horizonte global. Su siguiente gran reto, proyectado a partir del año 2026, es la expansión de las ventas a Europa.
