En el Valle de los Chillos, visitamos una de las sucursales de Pagú, el restaurante que se llevó la “Albacora de Oro” en el Encebollado Fest 2025.
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Su historia no solo se centra en su receta premiada, sino por la historia de lucha y pasión que respira cada rincón de su cocina.
Melanie Gutiérrez, chef de Pagú, recuerda con una sonrisa los inicios del negocio: “Éramos chiquitos. Lo que ahora es la barra, antes era toda la cocina”. Hoy, siete años después, Pagú no solo creció en espacio, también en corazones conquistados a punta de buen pescado y sazón ecuatoriana.
El origen de una receta ganadora
Este 2025 fue su primera participación en el Encebollado Fest, y ganaron. “El año pasado no logramos inscribirnos, pero fuimos como público. Este año dijimos: nos inscribimos sí o sí... y lo logramos”.
El encebollado de Pagú brilló no solo por su presentación, sino por un elemento clave: su fumet. “Ahí está el alma del plato. Es donde metemos las hierbitas, el condimento, todo lo que da profundidad. Los demás ingredientes son complementos visuales, pero el sabor está en el fondo del caldo”.

Reinventarse en pandemia
La historia de Pagú es también la de muchos emprendedores ecuatorianos que se negaron a rendirse en la pandemia. “Nos ayudaron los guardias de los conjuntos, pasábamos vendiendo de casa en casa. La comunidad fue clave. Gracias a eso crecimos y abrimos la sucursal en Armenia 2”.
Un menú que va más allá del encebollado
Aunque el encebollado les dio fama nacional, Pagú también deslumbra con otros platos. El pescado brujo de Galápagos, por ejemplo, es uno de sus productos estrella. “Lo traemos exclusivamente desde las islas. No es un lujo, es un homenaje”.
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Cada plato es una declaración de principios: ingredientes frescos, cocción precisa y una estética que honra el mar. La chef lo resume con claridad: “La cocina ecuatoriana está lista para brillar. Solo necesitamos creer en ella y apoyarnos entre todos”.
El crecimiento de Pagú no solo se traduce en más comensales, sino en una filosofía que impulsa todo el proyecto: hacer visible el potencial gastronómico del país.

El futuro: nuevos sueños, mismo sabor
Tras ganar el Encebollado Fest, los planes no se detienen. “Hay planes a largo plazo para abrir una nueva sucursal, pero sin perder el alma. Cada local debe tener ese mismo olor, ese mismo calor”. Y lo dice con esa mezcla de pasión y humildad que caracteriza a quienes cocinan con el corazón.
Hoy Pagú es más que un restaurante: es un punto de encuentro, un estandarte del sabor costeño en la Sierra, una prueba viva de que la gastronomía puede transformar realidades.
Cuando le preguntamos a Melanie cuál es el secreto de su éxito, responde sin dudar: “Trabajar en equipo, cocinar con respeto por el ingrediente y amar lo que haces”.
En tiempos donde la gastronomía busca nuevas narrativas, Pagú representa algo más que una buena sopa: simboliza la posibilidad de que desde los valles también se puede conquistar el paladar nacional.