Cuando Mark Zuckerberg adquirió la red social WhatsApp en octubre de 2014, quiso asegurar la continuidad del éxito de la compañía. Por esta razón agregó al contrato que Jan Koum, creador de WhatsApp y un equipo de 50 personas no abandonarían su trabajo para así continuar de la misma forma que antes.
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Precisamente el punto anterior fue fundamental para que las negociaciones llegaran a puerto efectivo y definitivo. Los trabajadores que cumplieran la cláusula obtendrían, de parte de Zuckerberg, un número de acciones pero que las podrían cobrar sólo después de cuatro años.
Desde ese tiempo a esta parte el precio de las acciones de la compañía se ha disparado, cotizando el triple de lo que costaban en 2014. Así pasaron de 67 dólares a 180.
Febrero de este año es la fecha donde el acuerdo debe consumarse y hacerse entrega de 60 millones de dólares a cada uno de los empleados que hoy se mantienen haciendo funcionar la firma.
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