“Una generación fallida, una partida de flojos, egoístas, creídos y pretenciosos”, es lo que pueden decir muchos acerca de los millennials, la generación que nació entre 1981 y 1995, y que en pocos años será el 75 % de la fuerza laboral en el mundo, según la empresa consultora Deloitte. Se trata de un grupo de personas que se hizo adulta con el cambio de milenio en una época de auge económico, y un desarrollo tecnológico vertiginoso.
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Según Simon Sinek, escritor y coach británico, de 43 años, uno de los principales problemas de esta generación es su crianza: “Fueron chicos a los que les dijeron todo el tiempo que eran muy especiales; que podrían lograr todo solo por quererlo; que recibieron galardones, no porque los merecían, sino porque sus papás se quejaron; que recibieron mejores notas porque sus papás se peleaban con los profesores… y cuando llegaron al trabajo se chocaron con la realidad”.
Algo que caracteriza a esta generación es que todas sus relaciones están mediadas por dispositivos móviles y muchos de ellos se han vuelto totalmente dependientes de sus celulares o sus computadores, por razones que no tienen que ver solo con lo laboral, sino con su bienestar psicológico.
Varios estudios han comprobado que el reconocimiento por redes sociales provoca una sensación de bienestar porque el cuerpo libera dopamina, la hormona de la “felicidad”, la misma sustancia que el organismo produce cuando bebemos, fumamos o apostamos.
Mauricio Delgado, profesor de psicología de la Universidad de Rutgers en Estados Unidos, dijo al sitio de la Asociación Americana de Marketing que cuando generamos interacción en redes sociales se activan las mismas áreas del cerebro que se activan cuando alguien nos sonríe, cuando nos dicen que hacemos bien el trabajo o que somos unas buenas personas: “Todos estos refuerzos sociales son abstractos pero muestran una actividad similar en los centros del cerebro dedicados a la recompensa”, explicó.
Para Sinek el problema con los dispositivos móviles y las redes sociales es que dificultan profundizar en las relaciones personales. “Muchos de ellos admitirían que sus amistades son superficiales; muestran que están felices en sus fotos, pero en esta generación se subieron los índices de suicidio, de depresión y de muertes por sobredosis. Está demostrado también que las redes sociales generan ansiedad”.
De hecho, el Informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses del año 2015 indicó que la población más vulnerable al suicidio en Colombia tiene entre 20 y 29 años. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en 2016 que 800.000 personas se suicidan cada año en todo el mundo a causa de la depresión y ansiedad.
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Por otro lado, el internet ha hecho de los millennials una generación impaciente. “Cuando ellos buscan en google, en 0.15 segundos tienen 45.000 resultados, pueden hablar con cualquier persona en cualquier parte del mundo en instantes, si quieren ver cómo es el Louvre, o cómo es China o cómo es África pueden verlo a través de un clic. Son la generación de la inmediatez”, dijo Héctor Mauricio Rincón, doctor en Humanidades, humanismo y persona, y doctor en Economía y Empresa.
Es por eso que los millennials tienen una percepción distinta del tiempo en comparación con la generación anterior –la generación X- y que sienten que deben tener logros rápidamente. “Pero las cosas importantes necesitan tiempo… ellos ven la cima de la montaña pero no ven el camino”, afirmó Sinek.
Y es la impaciencia lo que ha afectado varias áreas de la vida de los millennials, como el trabajo, por ejemplo. Son personas que definitivamente quieren flexibilidad de tiempo, no tener que cumplir horarios, ellos saben que el hecho de estar ocho horas frente a un computador no significa que estén siendo productivos. Quieren tiempo para viajar, para hacer vida social, para salir, para la diversión, para el ocio, y cuando llegan a un lugar que les elimina esta posibilidad se sienten frustrados, infelices, según explicó Rincón.
“Ellos se creen mejor que sus jefes – agregó Rincón- porque de verdad son mejores en muchos aspectos: manejan mejor la tecnología, se graduaron más jóvenes, hablan más idiomas y se plantean otras formas de solucionar los problemas. Nosotros, la generación anterior, hemos tenido que hacer la transición y por eso chocamos con ellos, por eso pensamos que son flojos, vagos”.
Los millennials entrevistados afirmaron que no se adaptan con facilidad a las formas tradicionales de vida. Ellos no están pensando en una pensión, no quieren quedarse 30 años en una misma empresa y no le van a poner empeño a algo que no les gusta, porque son muy importantes para sí mismos y sienten que si no hacen algo que los satisface están perdiendo el tiempo.
“Renuncian muy rápido a su trabajo porque llegan a corporaciones y ambientes laborales donde además el ser humano no importa. Luego piensan que ellos son los culpables. Pero no son los culpables, porque los papás no los criaron bien. Ahora la responsabilidad recae en ellos mismos y en los nuevos líderes para que puedan aprovechar su potencial”, dijo Sinek.
En defensa de los millennials, ellos han sido los protagonistas de hechos como La Primavera Árabe, que fue posible gracias a Twitter; son responsables de sitios como Wall Street, están al frente del manejo de la información que reveló Wikileaks, son los creadores de las redes sociales, y de grandes innovaciones tecnológicas y emprendimientos.
Nicole Chapaval, Head of Education (Lider en educación) en Platzi, una de las plataformas de educación en línea más exitosas en habla hispana, dijo que no cree que la generación sea floja sino que funciona distinto: “Es generación de oportunidades, sobre todo hechas por nosotros mismos. Lo que pasa es que el internet nos mostró que existían otras formas de vivir, otras formas de acercarnos a la educación, al trabajo y al consumo; cuando tienes esas posibilidades tu panorama es más abierto y quieres intentar otras formas de vida”.
Según Chalpaval si los millennials encuentran un trabajo y un lugar en el que se sienten bien, en el que pueden hacer lo que les apasiona, serán las personas más esforzadas: “En Platzi, por ejemplo, a nadie le gusta madrugar pero si llegas a las 10 de la noche todavía hay gente; puede que un día no quieren venir a la oficina y pueden entregar su trabajo desde la casa, la biblioteca o desde un café y no pasa nada. No es una generación floja, es una generación que trabaja distinto. Ahora, sí hay empresas en las que quieren jugar todo el tiempo, pero esas son las que no prosperan. Pero si ves las nuevas startups y las empresas emprendedoras exitosas, son lugares en los que se trabaja muy duro”.
La soledad y el individualismo es otra característica importante de esta generación. Ellos se sienten muy importantes, por eso muchos no se quieren casar, no quieren tener hijos, no quieren renunciar a las posibilidades del mundo, a los viajes y a conocer otros lugares o estudiar más, por eso algunos los tildan de egoístas. “No somos egoístas, cuando hay una causa podemos unirnos y comprometernos, lo que pasa es que tenemos claro lo que queremos. Sabemos que queremos viajar, sabemos que queremos emprender y sabemos lo que significa un hijo para esos planes. Y pienso que no es una negación rotunda, pero queremos hacer primero otras cosas. Más que nada creo que somos más conscientes”, concluyó Chapaval.
Los millennials entonces son esa generación que implica un reto para la generación anterior y que probablemente podrá ser más comprensiva con la generación que viene, con la generación Z, esa que según los expertos será más individualista y le dará mucha más importancia a la tecnología y la virtualidad.
Con información de Semana