La crisis generada por la pandemia de Covid-19 fue el remezón que permitió al Ecuador tomar conciencia de su gran capacidad de exportación.
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Boris Aguirre, CEO de Grupo Entregas y presidente del Comité de Comercio Exterior en AMCHAM Quito, nos cuenta porque esta nueva oportunidad de negocio no puede ser desaprovechada y cómo puede ser una de las salidas para la reactivación económica.
¿Qué ha significado la pandemia para el comercio?
—La primera lección que hemos aprendido todos es que la vida no está comprada y más vale vivirla a plenitud. Cada segundo que estamos en este mundo vale la pena para salir adelante. Esto, en negocios y oportunidades, la necesidad de salir adelante para pequeños y medianos empresarios es enorme, y esta pandemia ha servido para que Ecuador se de cuenta que tiene la capacidad suficiente para ir creciendo en comercio exterior.
Y es que cada vez que se construye o diseña un producto para exportar, estamos generando divisas para el país, lo que se traduce en la posibilidad de generar nuevos empleos y, sin duda, dinamizará la economía.
¿Qué ayudó en este cambio de mentalidad?
—Ecuador se dio cuenta en la pandemia que las ventajas tecnológicas eran esa puerta que buscábamos, que era posible trabajar en comercio electrónico, y dimos ese salto. Nuestro país es un excelente proveedor del mercado y mientras más acuerdos comerciales se afiancen, ayudarán a disminuir los costos logísticos de exportación e importación en el país en un 13%, lo que permitirá mejorar la competitividad.
¿Cuál es el siguiente paso para ir avanzando?
—La importación será más fácil a futuro, pero lo indispensable es saber vender. Siempre el abrir nuevos mercados va a ser en dos vías, porque cada país tiene sus ventajas competitivas y debemos entenderlas y afianzarnos en lo que sabemos hacer.
Para esto, es necesario crear y conocer nuevas oportunidades de mercado, a través del comercio electrónico para atravezar fronteras.
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Pongo ejemplos concretos: la exportación de flores ecuatroianas que ahora son vendidas directamente al consumidor final. Saber qué quiere el cliente y sus necesidades, nos da la ventaja de seguir desarrollando el producto y con el comercio electrónico se ahorra una cadena crítica de comercialización. Un tallo de flor vendido en Ecuador, puesto en una casa de EEUU puede costar hasta USD 5, y con eso estamos hablando de mejorar los ingresos.
Además, es importante anticiparnos a nuevos nichos a los que podemos llegar, como la comunidad vegana, que para el año 2025 puede representar el 14% de la población global, un mercado aproximado de 8.3 billones de dólares, y que podríamos atender con los excelentes productos ecuatorianos con los que contamos.