Un año después de que se detectaran los primeros casos de la covid-19 en Irán, las autoridades están preocupadas por la llegada de una cuarta ola y por la cepa británica, mientras intentan impulsar la recién iniciada campaña de vacunación.
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El primer anuncio oficial de la presencia del nuevo coronavirus en el país se produjo el 19 de febrero de 2020, cuando el Ministerio de Salud informó de que dos personas habían muerto en la ciudad de Qom y que no estaba claro cómo se contagiaron ya que no habían viajado al extranjero.
Pronto saltaron las alarmas y las sospechas de que se intentaba ocultar la magnitud de la propagación del virus. Tan solo cinco días después, el entonces diputado de Qom aseguró que en su ciudad había al menos 50 muertos y urgió poner en cuarenta la ciudad, cuando los datos gubernamentales solo indicaban doce fallecidos en todo el país.
A continuación, la mayoría de los países vecinos cerraron sus fronteras con la República Islámica y las aerolíneas suspendieron sus vuelos, dejando al país aislado cuando en gran parte del mundo la pandemia seguía siendo un problema lejano, aunque por poco tiempo.
A día de hoy, después de superar las 59.000 muertes y los 1,5 millones de contagios, y atravesar tres olas de la pandemia y distintos tipos de restricciones y confinamientos, la mirada no está puesta en China sino en la cepa británica.
UNA PROVINCIA EN SITUACIÓN DE EMERGENCIA
El presidente iraní, Hasan Rohaní, urgió esta semana a la población a «cumplir estrictamente con los protocolos sanitarios para evitar el inicio de una nueva ola de la covid-19» en el país, donde la provincia suroccidental de Juzestán presenta una alta incidencia en los últimos días.
En las últimas 24 horas, se han contabilizado 8.017 nuevos casos de contagio, de los que 678 pacientes han sido hospitalizados, y han fallecido 77 personas. Hay, además, 3.669 enfermos en estado crítico en las unidades de cuidados intensivos.
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Las autoridades sanitarias de Juzestán han pedido anunciar situación de emergencia en la provincia, donde se ha detectado la circulación de la cepa británica en las ciudades de Shadegan, Abadan y Jorramshahr.
«Se necesita una acción inmediata y seria para cortar la cadena de transmisión del coronavirus en Juzestán», alertó hace ya dos días a los medios oficiales el responsable provincial de las operaciones contra la pandemia, Farhad Abolneyadian.
Una decena de ciudades de Juzestán, provincia fronteriza con Irak, se encuentran en estado rojo, el de máxima propagación del virus, y se ha prohibido la entrada y salida de las mismas.
A principios de mes, ninguna ciudad del país estaba catalogada en estado rojo. En el Instituto Pasteur de Irán, centro de referencia del país, han señalado que existe la posibilidad de que la cuarta ola se vea influenciada por el tipo mutado del virus.
PROPAGACIÓN DE LA CEPA BRITÁNICA
Hasta ahora, cuatro personas han muerto y se han identificado una veintena de pacientes contagiados por el virus mutado en las provincias, además de la citada Juzestán, de Teherán, Alborz y Qazvin, ubicadas en el norte del país. Los casos, sin embargo, se teme sean mucho más elevados.
Los vuelos con el Reino Unido se suspendieron a finales de diciembre y esa medida ha sido extendida hasta el próximo 10 de marzo, cuando podría volver a ampliarse, según la Organización de la Aviación Civil iraní.
Hace unos días llegó, no obstante, un avión procedente del Reino Unido con iraníes repatriados, que han sido puestos en cuarentena en un hotel cerca del aeropuerto.
Una de las viajeras, que prefirió el anonimato, comentó a Efe que, además de la cuarentena en el hotel, les hicieron pruebas nada más aterrizar y diez de los pasajeros dieron positivo.
El jefe del departamento de Enfermedades Infecciosas del importante Hospital Masih Daneshvari de Teherán, Payam Tabarsí, alertó de que en las últimas dos semanas se ha producido «un aumento de las hospitalizaciones» y que la situación es «peligrosa».
Las autoridades están asimismo preocupadas por el descontrol que puede favorecer una relajación de las restricciones durante las festividades del año nuevo persa, que comienza el próximo 21 de marzo.
CENTRADOS EN LA VACUNACIÓN
Para intentar contener la pandemia, Irán, como todos los países, se está enfocando estos días en acelerar la campaña de vacunación, que arrancó el pasado día 9 con el medicamento ruso Sputnik V, inoculado a los sanitarios que ejercen en primera línea.
Esta vacuna fue la primera aprobada para uso de emergencia en Irán, que esta semana emitió certificados similares para otros tres fármacos: Covaxin, del laboratorio indio Bharat Biotech, y el suero de AstraZeneca producido en Rusia y Corea del Sur.
También está desplegando todos sus esfuerzos para desarrollar sus propias vacunas. La más avanzada, en fase tres de ensayos clínicos, es la que se desarrolla en cooperación con La Habana, la candidata cubana Soberana 02.
El ministro iraní de Salud, Said Namakí, se mostró esta semana muy esperanzado por la eficacia de esa vacuna, que en Irán gestiona el Instituto Pasteur, y adelantó que estará en el mercado «a más tardar» a finales de abril.
«Prometemos vacunar a la mayoría de los grupos vulnerables antes del próximo mes de shahrivar (entre agosto y septiembre)», dijo Namakí, cuyo departamento calcula que podrá finalizar la campaña de vacunación en el plazo de un año.