La noche del 25 de noviembre, la agencia de noticias japonesa Kyodo realizó una publicación que aseguraba que «las autoridades de China emitieron una orden de mordaza sobre el virus a los médicos de Wuhan». Además advirtieron a los doctores, que respondieron al nuevo coronavirus en la etapa inicial del brote, «que podrían ser castigados por espionaje si revelaban lo que sucedió durante el período», reza la publicación.
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La agencia detalla que también se instó a los trabajadores médicos de Wuhan, donde se detectó el virus por primera vez a fines del año pasado, «a no hablar en absoluto sobre la situación en ese momento». Señalan las fuentes, bajo condición de anonimato, a ese medio.
Un médico en Wuhan habría señalado que las autoridades de salud «le dijeron que sería castigado por la ley si revelaba su experiencia, y si se le acusaba de espionaje, se le podría imponer la pena de muerte».
¿Por qué las autoridades chinas han emitido esta prohibición?
Desde hace meses, el Gobierno de China lanzó un plan con que quiere borrar a Wuhan como epicentro del coronavirus. Por ello comenzó a señalar a otros países como posibles emisores del virus.
De hecho, el régimen de ese país no quiere que sus médicos colaboren con la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que busca determinar cómo nació el Sars-CoV-2.
«Tales movimientos subrayan cómo el liderazgo del presidente chino Xi Jinping, que ha sido objeto de críticas internacionales por permitir que el virus se propague por el mundo debido al retraso en su respuesta inicial, intentó encubrir el brote en Wuhan», apunta la agencia.
Y que el gobierno chino, «liderado por los comunistas, puede estar intentando evitar una investigación externa sobre los orígenes del virus». Ello genera preocupación de que se entorpezca el esclarecimiento de cómo ocurrió la pandemia.
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Por tal motivo, la orden de silencio se habría emitido alrededor de agosto y septiembre, cuando el liderazgo de Xi comenzó a felicitarse por frenar con éxito las infecciones en el país, según fuentes cercanas a organizaciones médicas y autoridades en Wuhan de Kyodo.
«Las instituciones académicas de la ciudad intentaron mantener registros del virus y el tratamiento de la infección, pero las autoridades obligaron a cancelar el plan», recoge.