Un médico de origen peruano Elmer Huerta, popular por sus programas radiales y televisivos en EE.UU, se sometió a los ensayos clínicos de una de las vacunas contra la COVID-19 de la Biotecnológica Moderna para animar a los latinos a que sigan su ejemplo y aporten la diversidad indispensable para que la inyección sea realmente eficaz.
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Según contó en una entrevista con Efe, Huerta se aplicó la semana pasada la primera de dos dosis de la vacuna y está haciendo la tarea diaria de describir cómo se siente y medir su temperatura, como parte del experimento de la biotecnológica Moderna.
El oncólogo peruano dice tener confianza porque se instruyó sobre las primeras pruebas de esta vacuna que desarrolla Moderna en asociación con el Gobierno de EE.UU. y se incorporó en la fase 3.
«Mucho más miedo me hubiera dado si hubiera sido voluntario de la fase 1, esos 50 o 60 seres humanos que reciben por primera vez un producto desarrollado en (un) animal, esos son héroes, yo no. Yo he tenido la ventaja que he leído los estudios publicados en la fase 1 y 2», dijo Huerta, expresidente de la Sociedad Americana Contra el Cáncer.
El experto, quien responde preguntas en un podcast en español de CNN en español, «Coronavirus: realidad vs. ficción con el Dr. Elmer Huerta», aclara que no emite opiniones sino que es un «traductor» de los estudios científicos para hacerlos más digeribles entre la comunidad latinoamericana.
LA CLAVE ES LA DIVERSIDAD
El médico dice que Moderna «está preocupada» por la baja diversidad, porque si esta tendencia continúa «no van a poder tener conclusiones que puedan ser válidas para poblaciones que no sean anglosajonas».
El laboratorio ha señalado que los afroamericanos, latinos, indios americanos y nativos de Alaska eran solo el 18 % de los 13.194 participantes del ensayo inscritos hasta el pasado viernes 21 de agosto, es decir la mitad de su porcentaje combinado de la población total de EE.UU.
Moderna, que debe reclutar unos 17.000 voluntarios más, espera que estos «sean representativos de las comunidades en mayor riesgo de la COVID-19 y de nuestra sociedad diversa».
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En ese sentido Huerta lamenta que por ahora más del 67 % son blancos, «pese a que ataca más a latinos y afroamericanos».
«Los seres humanos somos muy diversos (…), si no vamos a tener una población diversa cuando hacemos la prueba al hacer una vacuna, un medicamento, cómo vamos a tener conclusiones», indica.
LA BRECHA RACIAL DE LA COVID-19 en EE.UU.
Esas desigualdades y discriminación son justamente las que ahora hacen de las comunidades afroamericanas y latinas de Estados Unidos las más afectadas por la pandemia.
Comparados con los blancos, los hispanos en Estados Unidos tienen 2,8 veces más casos y 1,1 más muertes, y los afroamericanos 2,6 y 2,1, respectivamente. Ambos tienen casi 5 más veces hospitalizaciones, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Además, no participan en los ensayos clínicos. Los afroamericanos por una «profunda desconfianza en el sistema médico» y los latinos porque el mensaje no les llega apropiadamente, precisa Huerta.
Las farmacéuticas «no nos toman en cuenta, o no hacen un esfuerzo especial» para reclutar a estas minorías en los ensayos de las vacunas, subraya y dice que también incide el temor entre la comunidad inmigrante.
Según Huerta, a los hispanos no pueden dirigirse como a la población en general, sino que debe ser en su idioma, buscando las plataformas de comunicación y comunitarias latinas que les den confianza.
«No saben cómo llegar a nosotros» y la participación de los latinos es insignificante en «todos» los estudios, dice.
Por eso hace un llamado con su ejemplo como voluntario a que participen en los ensayos clínicos de la COVID-19.
«Si el doctor recomienda esto a sus televidentes, oyentes, por qué no hacerlo consigo mismo», dice sobre su participación en el experimento de Moderna, en el que participarán 30.000 personas, de las cuales la mitad tendrá la vacuna y el resto un placebo.
Huerta, de 68 años, dice sentirse bien y especula con que de pronto le tocó el placebo.