La Universidad de Princeton, Estados Unidos, señaló que es poco probable que las temperaturas más altas del verano en el hemisferio norte limiten la propagación de la COVID-19.
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El impacto concreto del clima en el coronavirus sería muy “modesto”, señaló el informe de la universidad. Aunque, este documento estaría en contra de lo señalado por estudios estadísticos que mencionan: «mientras más caluroso y húmero sea el ambiente más difícil es para el coronavirus propagarse.»
“Proyectamos que los climas más húmedos y calurosos no van a reducir la velocidad de contagio del virus en los comienzos del brote”, indicó la investigadora Rachel Baker, que trabajó en el estudio del Instituto de Medio Ambiente de Princeton (PEI).
“Nuestras conclusiones sugieren que si no se toman medidas efectivas de control, habrá nuevos brotes aún en climas húmedas y el verano no limitará substancialmente la propagación del COVID-19”, indice el informe.
Para los investigadores, las medidas de contención y el desarrollo de la vacuna son las principales vías para contener la pandemia. El clima, solo será un factor determinante cuando exista una inmunidad colectiva o, mejor aún, la cura.
“Si el nuevo coronavirus es igualmente estacional, como parece serlo, podremos ver una preponderancia en invierno pero sólo luego de que se haya convertido en endémico a la población”, agregó Bryan Grenfell, profesor de Ecología y Biología Evolucionaria en el PEI
Los estudios realizados demostraron que la estacionalidad resultó determinante en la pandemia en etapa avanzadas. Destacando, además, la inmunidad alta de la población como un factor esencial.