La enfermedad de Kawasaki mató a primer niño en Francia, relacionado con el COVID-19. Falleció a los 9 años el pasado sábado, indicaron este viernes fuentes sanitarias. Los últimos casos se habían registrado en New York y otras ciudades de Europa.
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El niño había sufrido un paro cardíaco en su domicilio y fue trasladado al hospital, donde estuvo ingresado siete días. Una portavoz del organismo que reúne a los hospitales públicos del hospital Marsella dio detalles a Efe.
Las pruebas serológicas mostraron que había estado en contacto con el coronavirus. Aunque no había desarrollado síntomas, según el diario «La Provence», que reveló el caso.
Los primeros análisis apuntan a que su muerte tiene carácter excepcional.
Cómo surge la enfermedad Kawasaki
El COVID-19 podría estar relacionada con la enfermedad de Kawasaki. Es un desorden inflamatorio raro presente en niños, según indica un estudio que publicó la revista The Lancet.
La enfermedad afecta, sobre todo, a menores de 5 años y no suele ser mortal si se trata apropiadamente en un hospital. Pero se desconoce qué lo provoca. Si bien se cree que es una «reacción inmune exagerada» a una infección.
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Otro estudio publicado en la revista estadounidense JAMA Pediatrics reveló nuevos detalles. Se basa en las complicaciones respiratorias que pueden sufrir algunos niños pacientes de COVID-19, ingresados en las unidades de cuidados intensivos en Estados Unidos.
El estudio analizó 48 casos de 14 hospitales entre finales de marzo y principios de abril. Detalla que dos niños murieron, 18 necesitaron de un ventilador y dos de ellos permanecen con aparatos de respiración asistida tras más de un mes. Así lo explicó la doctora Lara S. Shekerdemian, jefa de cuidados críticos en el Texas Children’s Hospital y autora del estudio.
El estudio, del que se ha hecho eco el diario The New York Times, confirma que algunos pueden enfermarse «de forma devastadora». Especialmente si cuentan con enfermedades previas.
De hecho, la gran mayoría de los pacientes tenían afecciones médicas preexistentes. Casi la mitad de esos pacientes contaban con trastornos complejos del desarrollo, como parálisis cerebral o se les había practicado tratamientos como traqueotomías o sondas de alimentación. Así tambíen cáncer o sistemas inmunodeprimidos por trasplantes de órganos o afecciones inmunológicas.
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