El presidente estadounidense, Donald Trump, declaró este viernes 13 de marzo del 2020 emergencia nacional debido al coronavirus, una medida que permitirá desbloquear hasta USD 50 000 millones en fondos federales para ayudar a los estados y localidades de Estados Unidos a combatir la enfermedad.
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«Para dar rienda suelta al poder del Gobierno federal, hoy declaro una emergencia nacional«, dijo Trump durante una rueda de prensa en la rosaleda de la Casa Blanca.
LIBERACIÓN DE 50.000 MILLONES DE DÓLARES
Con esta medida «se abrirá acceso a hasta 50.000 millones de dólares» en fondos federales, que el mandatario describió como «una gran cantidad de dinero para los estados, territorios y localidades» para luchar contra el COVID-19.
Trump también ha solicitado al secretario de Energía, Dan Brouillette, la compra de «grandes cantidades de petróleo crudo para la Reserva Estratégica» del país, para ayudar a estabilizar los precios.
«Vamos a llenarla hasta arriba», afirmó el presidente.
TRUMP NO ASUME RESPONSABILIDAD POR ESCASEZ DE TESTS
Con el fin de paliar la escasez de pruebas médicas para detectar el coronavirus, motivo de críticas a la actuación de la Casa Blanca, Trump anunció una alianza con el sector privado para aumentar su disponibilidad: Estados Unidos tendrá «1,4 millones de tests disponibles la semana que viene y 5 millones en el plazo de un mes», aseguró, aunque dudó de que tantas pruebas puedan ser «necesarias».
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Respecto a la falta de pruebas médicas, el mandatario no quiso asumir ninguna responsabilidad: «En absoluto asumo la responsabilidad porque se han dado una serie de circunstancias.… (Los test que había) no eran para este tipo de fenómenos, lo que hemos hecho es rediseñarlo muy rápido».
Esta declaración de emergencia nacional se basa en la Ley Stafford de 1988, que permite a la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, en inglés) ayudar a los gobiernos estatales y locales en caso de «catástrofe«.
FEMA controla más de 40.000 millones de dólares en fondos federales aprobados por el Congreso para el alivio de desastres, que a partir de ahora podrían destinarse a ayudar a algunos de los estados más afectados, como Washington, Nueva York o California.
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