Cuando de entrada en una película nos dicen «basada en hechos reales» es imposible no sumergirse en la trama. Al punto de llorar y recordarla por siempre. Pero resulta que ahora la realidad no está alejada de la ficción. La oscarizada ‘La Vida es Bella’ fue el manual para un padre sirio. El hizo reír a su hija con el sonido de los bombardeos. La ONU ha tildado la guerra en Siria como «la mayor historia de terror humanitario del siglo XXI».
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«¿Avión o bomba?», pregunta Abdullah al-Mohammad a su hija Salwa de tres años, mientras se escucha cerca una explosión. Ambos se ríen y el hombre le hace otra consulta en medio de carcajadas: «¿Te hace gracia?», pregunta Abdulá. «¡Sí! Es divertido», responde Salwa entre una risa contagiosa. Es el diálogo entre un padre y su hija. Él lucha cada día para sacarle una sonrisa y evitarle consecuencias psicológicas a su pequeña.
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Abdullah al-Mohammad vive en Saraqib, un pueblo sirio de Idlib el cual es bombardeado sin cesar por la aviación siria y rusa. Ante esta terrible situación, el hombre ha logrado cambiar las lágrimas de su nena por risas. Tan parecido o igual como el judío italiano Guido. Quien exprime su creatividad al máximo para proteger a su hijo Giosué, con alocadas historias, del horror de un campo de concentración nazi.
El vídeo del espectacular momento de Abdullah al-Mohammad con su hija fue difundido en redes sociales y ahora se ha viralizado. Tanto fue el impacto que el hombre ha ofrecido entrevistas a medios internacionales. En conversación con Sky News detalló que el juego fue inventado con el objetivo de «protegerla de la crisis psicológica» que los otros niños de la provincia han debido enfrentar.
También aclaró que prefiere hacerle creer que cada explosión es un fuego artificial o un arma de juguete. «Es una niña que no entiende la guerra».
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció los «indiscriminados» e «inhumanos» ataques hacia la población civil. Y pidió a las partes la apertura de corredores humanitarios. Pues en el nordeste de Siria ha habido un éxodo de más de 900.000 civiles, el 80 % son mujeres y niños, desde principios de diciembre.