La primera protesta del año contra las políticas del Gobierno colombiano estuvo marcada este martes por pequeñas concentraciones y disturbios en algunas zonas de Bogotá y Medellín que dejaron al menos seis personas heridas, cuatro de ellas policías.
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El primer foco de desórdenes ocurrió antes del amanecer en el populoso sector de Suba, en el noroeste de Bogotá. Ahí fueron bloqueadas estaciones del sistema de transporte público Transmilenio y hubo enfrentamientos entre encapuchados y policías que por la tarde se repitieron en otros barrios de la capital.
En esa refriega cuatro policías y otras dos personas resultaron lesionadas, según la Alcaldía bogotana.
La protesta de este 21 de enero fue convocada por el Comité Nacional de Paro bajo el lema «defensa de la vida», pero fue muy distante de las masivas manifestaciones de noviembre y diciembre pasados cuando multitudes tomaron las calles de Bogotá y otras ciudades.
Además de insistir en cambios en la política económica y social del Gobierno del presidente Iván Duque, distintos sindicatos argumentaron el aumento de la violencia en el país, donde en las tres semanas que van de año han sido asesinados alrededor de veinte líderes sociales, como otro motivo para manifestarse.
Cacerolazo
La jornada fue convocada inicialmente como un cacerolazo de final de tarde en la Plaza de Bolívar de Bogotá, centro del poder judicial y legislativo de Colombia, pero diferentes organizaciones sociales llamaron a plantones a lo largo del día que en su mayor parte transcurrieron de forma pacífica.
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La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, aseguró este martes que en tres de las manifestaciones programadas tuvo que recurrir a «la última instancia» del protocolo para atender estas situaciones, que es enviar al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía para dispersar a quienes causan desórdenes.
«La mayoría de movilizaciones han sido pacíficas», dijo López en las redes sociales y aseguró que el sistema Transmilenio de autobuses públicos «opera al 90 % en toda la ciudad».
Sin embargo, varias estaciones de Transmilenio fueron atacadas por vándalos, que también dañaron autobuses y se enfrentaron con la Policía en algunas avenidas.
La Policía también tuvo que intervenir en Medellín, donde agitadores atacaron con piedras y pintura bancos y otros establecimientos comerciales.
La alcaldesa de Bogotá, que defiende el derecho ciudadano a la protesta, argumentó que tuvo que enviar el Esmad a algunos puntos de la ciudad por el vandalismo de encapuchados. Estos rompieron vidrios de Transmilenio, hicieron barricadas en las calles con neumáticos y basura y buscaron gasolina «para hacer incendios».
La Gran Conversación Nacional es un mecanismo creado por el Gobierno para que todos los sectores del país expresen sus inquietudes con el fin de construir una agenda que permita dar soluciones. Sin embargo, no constituye un diálogo directo con los líderes de las protestas que comenzaron hace dos meses.
Por eso, los promotores de las manifestaciones aseguran que esa conversación amplia no satisface las necesidades ni la urgencia de las peticiones, y reclaman al Gobierno una mesa independiente de diálogo. EFE