Este 8 de octubre, cerca de las 13:00, se registran enfrentamientos en los exteriores de la Asamblea Nacional. Policías y manifestantes protagonizan incidentes con gases lacrimógenos y piedras en el Legislativo.
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En redes sociales se han difundido imágenes en las que se observa que en los alrededores de la Asamblea Nacional y Contraloría General del Estado, los manifestantes intentan ingresar a las instalaciones.
Además, dirigentes anunciaron que tienen previsto marchar hacia el Palacio de Gobierno en el Centro Histórico.
La noche de ayer se registraron actos de vandalismo en los exteriores del Legislativo, lo que fue rechazado por la Asamblea.
En un comunicado, la Asamblea señaló que los actos de vandalismo: «protagonizados en las inmediaciones del Palacio Legislativo como parte de un intento por tomarse la sede del Parlamento».
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Unos 10.000 miembros de colectivos indígenas de Ecuador tomaron este martes un parque de Quito en la víspera de una marcha con la que esperan la derogación de recientes medidas económicas o la salida del presidente, Lenín Moreno.
Llegados desde diferentes puntos del país, indígenas de diferentes nacionalidades, pero sobre todo de la Sierra andina, acampaban desde por la mañana en el parque El Arbolito, donde jóvenes y mayores, mujeres y hombres se repartían en múltiples grupos y esperaban el arribo de nuevos convoyes de manifestantes.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), y la principal central sindical del país, FUT, han convocado para el miércoles una gran movilización a nivel nacional, pero con epicentro en Quito, donde la idea es marchar hacia el casco colonial y llegar al palacio presidencial de Carondelet.
«Esta lucha, esta marcha, este reclamo es del pueblo, aquí no hay banderas políticas, no hay dirigentes a título personal», aclara a Efe la dirigente nacional del pueblo Kayambi, Teresa Margarita Ulcuango.
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Sin dejar lugar a ambages, esta líder del cantón Cayambe, en el norte de la provincia de Pichincha, sostiene que «la principal reivindicación hoy es que Lenín Moreno tiene que largarse, queremos un presidente del pueblo para el pueblo».
Y censura que el mandatario ecuatoriano ha cometido un «grave error» al abandonar el lunes la sede de Gobierno para viajar a la ciudad costera de Guayaquil.
«Carondelet es la casa de los presidentes y ahí debe esperarnos, pero en el momento que abandonó nos la entregó, entonces llegaremos a la Presidencia, a nuestra casa y veremos qué vamos a hacer», dice antes de remarcar «¡abajo Lenín Moreno, carajo!», a lo que varios arremolinados en torno a ella espetaban la misma consigna.
A pocos metros, en el ágora de la Casa de la Cultura, se sucedían las reuniones asamblearias de dirigentes indígenas y que aglutinaban a unas 2.000 personas, sin que se conozcan sus resultados.
Los líderes nacionales han rechazado el diálogo con el Gobierno y exigen la derogación de las medidas económicas, entre las que se cuenta la polémica eliminación del subsidio a las gasolinas, con el consiguiente encarecimiento de precios, y principal detonante de los paros y disturbios desde hace seis días en todo el país.
«Me di cuenta de que ni siquiera estaban de acuerdo los dirigentes de qué quieren hacer, algunos decían que Moreno debía irse, otros que no debe irse», comentó a Efe David Domínguez, procedente de la comunidad de Pucarrumi, en la sureña Cuenca, con una lanza de hierro en mano que califica de simbólica.
Domínguez asegura que de Cuenca 5.000 compañeros indígenas han llegado o están en camino a la capital para participar en la gran protesta, aunque no oculta su «sorpresa de que no hay un plan de acción».
Partidario de un adelanto electoral a fin de conseguir un gobierno que sepa cuánto cuesta la leche o el arroz, este activista denuncia, por otra parte, los actos vandálicos ocurridos en los últimos días y que asegura no representan «la lucha».
Mientras los concentrados aguardan el paso de las horas y posibles enfrentamientos mediada la tarde con las fuerzas de seguridad, algunos aprovechan para tomar un refrigerio que les proveen universitarios y miembros de organizaciones de base, y otros para descansar y tomar fuerzas.
Cada camión o furgoneta que llega al lugar cargada con simpatizantes pertrechados con palos y lanzas, es recibida con aplausos y bocinazos por la algarabía que se ha hecho fuerte en el parque.
Entre los concentrados algunos portan banderas tricolores, otros caminan ataviados con capuchas, máscaras y pañuelos cubriéndoles parte del rostro, preparados para hacer frente a los antidisturbios y las granadas de gas lacrimógeno.
Pero también hay madres con niños como Eliana Champutis, 35 años, y originaria de una comunidad de la frontera de Ecuador con Colombia, aunque es residente en Quito.
La agenda de la convocatoria la resume en «el rechazo a todas las medidas económicas y de reforma laboral recién dictadas por el presidente».
A ellas agrega cuestiones propias de las nacionalidades indígenas como son «el respeto a la soberanía, derecho a una verdadera educación propia y mayores presupuestos para las comunidades».
Champutis precisa que es innegable que las medidas adoptadas «tienen un efecto dominó», y que «si la pobreza afecta a la mayoría de la sociedad, a la población indígena, que históricamente somos los más excluidos, nos afecta mucho más».
Con información de EFE
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