«Triste y enfadada«, la adolescente de 16 años, activista climática, Greta Thunberg impactó este lunes con toda la rabia de un meteorito en la sede de Naciones Unidas para recriminar a los líderes mundiales su inacción para revertir la crisis climática y para decirles que los jóvenes sí van a actuar.
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Inmediatamente después de su intervención, junto a otros quince niños y jóvenes de distintos países, presentó una queja oficial ante el Comité de Naciones Unidas para los Derechos del Niño, para protestar por la falta de acción de los Gobiernos ante el calentamiento global.
Mira su discurso:
Después de que la órbita de la adolescente sueca se hubiera aproximado en otras tres ocasiones a la sede de la ONU hoy ha hablado con toda su fuerza frente a decenas de jefes de Estado y de Gobierno.
«Se están muriendo los ecosistemas, estamos a las puertas de una extinción masiva», dijo la activista sueca de 16 años, que acusó a los líderes mundiales de mirar para otro lado o pensar únicamente en el dinero.
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La canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Emmanuel Macron; o el indio, Narendra Modi, la escuchaban.
Pero el gran ausente era el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se pasó unos momentos por la reunión, pero después del discurso de Greta.
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«Estamos muy lejos de estar a la altura«, reconoció Macron en su intervención de hoy tras escuchar «emocionado» los discursos de Greta y otros dos jóvenes activistas.
«No estamos reaccionando lo suficientemente rápido», agregó antes de concluir que escuchaba y tomaba nota de sus palabras.
La activista con Síndrome de Asperger comenzó su huelga hace un año
Nadie se podía creer hace un año que una joven adolescente que tiene Síndrome de Asperger, que en el verano de 2018 comenzó sola una huelga cada viernes delante del Parlamento sueco para reclamar medidas más efectivas contra el cambio climático, pudiera estar hoy aquí recriminando a los dirigentes mundiales su inacción.
Era el comienzo de los «Viernes para el Futuro», una acción que cientos de jóvenes emularon en todo el mundo, ante edificios y sedes políticas emblemáticas.
Su presencia atrajo a cientos de estudiantes y la entonces presidenta de la Asamblea General, María Fernanda Espinosa, recibió a Greta, quien le expresó su deseo de que la cumbre de hoy fuera un «punto de inflexión y que la gente se de cuenta de lo que realmente ha pasado«.
Rozó tímidamente la ONU una vez más, en una protesta al viernes siguiente, antes de desembarcar en Washington donde también sirvió de polo de atracción del activismo climático de los jóvenes, protestó ante la Casa Blanca y sacó los colores a los miembros del Congreso de Estados Unidos, criticando una vez más la falta de acción de los políticos.
«Cómo se atreven a mirar para otro lado, a venir aquí a decir que están haciendo suficiente. Dicen que nos escuchan, que entienden la urgencia pero (…) si realmente entendieran la situación no estarían sin hacer nada», dijo antes de apuntar irónicamente: «No quiero creer que no actúan por maldad».
«Me robaron mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías y aún así soy una de las afortunadas. Las personas están sufriendo, muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando», expresó.
La adolescente oriunda de Estocolmo aseguró que «estamos en el comienzo de una extinción masiva de especies» y le recriminó a los Gobiernos de los países miembros de la OMU que «lo único que pueden hablar es de dinero y de cuentos de hadas sobre crecimiento económico eterno» en vez de desarrollar políticas que prevengan un desastre ecológico mundial.
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