El 20 de julio de 1969 ocurrió un hecho que cambió el desarrollo tecnológico del mundo, por primera vez en la historia un hombre pisó la superficie del satélite natural de la Tierra, la luna.
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Estamos a pocos días de celebrar los 40 años de este logro para la humanidad. Justamente cada uno de los astronautas que viajaron en el Apolo 11 tuvieron la oportunidad de describir en sus crónicas lo que presenciaron y percibieron en el viaje.
Fue al regresar a la nave y quitarse el casco, cuando quedaron impregnados del hedor de aquella sustancia, que según se lee en las crónicas, era increíblemente pegajosa, hasta el punto de adherirse a las botas, guantes y cualquier otra superficie.
El polvo lunar o «regolito,», su otro nombre científico, parecía flotar sobre la superficie del satélite, adhiriéndose a cualquier objeto. El piloto, Buzz Aldrin, señaló que el polvo ensuciaba su traje y tenía un olor como a carbón quemado, similar a las cenizas de una chimenea.
Tras las declaraciones, otros astronautas señalaron que el sabor y aroma era similar a la de la pólvora, pero ¿acaso no será ello? Debido a esta interrogante la NASA descartó esta hipótesis. Tras los análisis del suelo lunar, esta no contenía ningún componente en similar con la pólvora.
Lo que en verdad esta compuesto la luna es de hierro, calcio, magnesio, minerales como la olivina, piroxeno y de dióxido de silicio debido a los impactos de meteoritos.
Una de las declaraciones más recientes la dio Donald Pettit, astronauta, el cual argumento que la luna es como un desierto tan árido que ha permanecido así por más de 4 000 millones de años. Cuando este polvo lunar entra en contacto con la humedad del módulo lunar se produce una dilatación de sustancias.
Pero tal vez una de las cosas que más asombro generan es que el polvo lunar ya no huele al llegar a la Tierra. Existen varias muestras de polvo y roca lunares recogidas por los astronautas.