Un día como hoy, 26 de julio, el atleta ecuatoriano Jefferson Pérez conseguía su medalla de oro en los Juegos Olímpicos Atlanta 1996. Veinte y dos años después es la única presea dorada conseguida por un deportista ecuatoriano.
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“No sé si voy a ganar, pero para no ganar tendrán que matarme”, había dicho el cuencano antes de iniciar la competencia, en cuyo podio también estuvieron el ruso Ilya Markov (plata) y el mexicano Bernardo Segura (bronce).
El título del ecuatoriano paralizó al Ecuador. Sonidos de bocinas y personas elogiando el triunfo de Pérez en la calle a primera horas de la mañana reconocían el logro que se había alcanzado, según reseña el diario El Universo.
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El presidente de la República, Sixto Durán-Ballén lo declaró Héroe Deportivo Nacional y le otorgó dos condecoraciones y envió al Congreso Nacional un proyecto de Ley para darle una pensión vitalicia. “Tuve una especie de premonición, de corazonada, que nuestro deportista iba a tener un buen lugar; pero debo ser honesto, nunca creí que iba a llegar en primer lugar y ganarse esa medalla de oro”, reconoció Durán-Ballén.
Mientras que Abdalá Bucaram, quien había sido elegido para reemplazar a Durán Ballén desde el 10 de agosto de 1996 indicó: “El atletismo ha sido un deporte relegado, donde los deportistas han tenido que viajar por sus propios medios, con esfuerzo personal y de los dirigentes de su rama. Jefferson Pérez, quien empezó con apenas unos viejos zapatos, merece un reconocimiento por parte del Gobierno de turno».
El pueblo ecuatoriano debe sentirse orgulloso de que un hombre humilde, nativo de una ciudad humilde como Cuenca, quien a base de su esfuerzo ha logrado escribir la página más gloriosa del deporte nacional y nos dé un halón de orejas para decirnos que ¡Ecuador sí puede! Que Dios guíe nuestros pasos. ¡Gracias Jefferson!
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