A pesar de su reducido tamaño en comparación con vecinos como Argentina o Brasil, el pequeño Ecuador acoge en estos momentos a unos 62.000 refugiados, más que toda América Latina en su conjunto según el subsecretario de Protección Internacional y Atención a Migrantes de la Cancillería, Alfonso Morales.
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«Sumando todos los refugiados en todos los países, no llegan al número que tiene Ecuador«, aseguró a Efe el alto funcionario, quien destacó que, desde 1990, el país andino ha recibido más de 240.000 solicitudes de refugio.
Las peticiones aceptadas, unas 62.000, contrastan por ejemplo con los alrededor de «10.000 de Brasil», el segundo país de la región en acogidas, aseguró.
Se trata de una circunstancia que apenas se siente socialmente porque en el país, de 17 millones de habitantes, no existe ningún campo de refugiados y, además, estos mantienen en su inmensa mayoría una afinidad lingüística y religiosa con el resto de la población.
Y es que el 98 % de los refugiados son colombianos que se vieron obligados a huir de su país por el conflicto interno de las últimas cinco décadas.
Llegaron de manera «paulatina pero continua» desde los años 90, y sobre todo cuando el expresidente Andrés Pastrana implementó el Plan Colombia (1999) y, luego, Álvaro Uribe su política de Seguridad Democrática.
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Pese a la firma de la paz en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Ecuador continúa recibiendo un promedio de 500 de estas solicitudes al mes.
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La proximidad convierte a Ecuador en un destino natural.
María Clara Martín, representante en Quito de la ONU para los Refugiados (Acnur), asegura a Efe que se trata de un volumen «normal» dado que la mayoría de los refugiados prefiere buscar refugio en países vecinos.
A los colombianos, les siguen, en cifras muy inferiores, los refugiados del conflicto sirio, así como de varias naciones africanas y también de Haití. En total, setenta nacionalidades.
Dentro de una aspiración a la ciudadanía universal contemplada en su Constitución de 2008, el Estado ecuatoriano gasta todos los años unos 60 millones de dólares para integrarlos en la sociedad y concederles derechos como acceso a salud y educación.
Un tratamiento que, en vísperas del Día Internacional del Refugiado, Martín califica de «ejemplar» y que coloca a la nación andina a la cabeza del «liderazgo a nivel mundial».
Las leyes en Ecuador reconocen los mismos derechos al refugiado que al ciudadano ecuatoriano, algo que la funcionaria de la ONU advierte, «no existe en todos los países».
Con esta política, explica, pueden salir de un sistema asistencialista y convertirse en factores de desarrollo en beneficio de la sociedad que les acoge.
Aun así no faltan tampoco los problemas.
El mayor es el acceso al mercado laboral, según Morales, pero recuerda que se trata de una situación que también afecta a los ecuatorianos.
Para Acnur una de las grandes dificultades es la xenofobia hacia los refugiados, que achaca a la desinformación.
En el último año se han registrado algunos brotes a raíz de la llegada masiva de venezolanos que huyen de su país.
Con 78.0000 visados desde 2014, 22.000 de ellos concedidos en lo que va de 2018, la venezolana es actualmente la segunda comunidad de extranjeros en Ecuador, si bien, a diferencia de los colombianos no suelen recurrir a la condición de refugiados.
Ello porque el 98 por ciento «no considera estar en condición (de requerir) protección internacional», aunque se consideran «en una situación económica muy precaria» que les fuerza a emigrar, asegura Morales.
De los emigrantes venezolanos, apenas 2.500 han solicitado el estatus de refugiado, y solo unos 350 han superado los requisitos iniciales para la obtención del visado, que deben solicitar en el plazo de tres meses desde su llegada.
Para las demás categorías, los emigrantes disponen de seis, y Ecuador ha otorgado más de 100.000 visados de diferente tipo a ciudadanos colombianos desde 2014.
«Hay que hacer una depuración estadística para saber quiénes de ellos fueron anteriormente solicitantes de refugio», señaló Morales al recordar que, en este tema, su país mantiene la más absoluta confidencialidad.
EFE