El expresidente Rafael Correa criticó hoy en Roma a su sucesor, Lenín Moreno, y opinó que «América Latina ha vuelto a tener presos políticos», tras la detención del que fuera su vicepresidente, Jorge Glas, por la trama Odebrecht.
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Correa está en Roma para asistir a una cena de recaudación de fondos para la defensa de Glas, condenado en diciembre en primera instancia a seis años de prisión tras un juicio por asociación ilícita relacionado con el escándalo de la constructora brasileña Odebrecht, que él niega.
«Jorge Glas es un preso político; si esto hubiera ocurrido en mi Gobierno, ya estaría enjuiciado en la Corte Internacional de la Haya y denunciado a todos los lados. Ocurrió con un dirigente progresista y no se dice nada», lamentó en un encuentro con la prensa.
En su opinión, «América Latina ha vuelto a tener presos políticos» y citó como ejemplos el caso de Glas y el del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado por corrupción y lavado de dinero.
Correa expresó su temor de que él probablemente también será un preso político, dadas las investigaciones abiertas por la Fiscalía sobre su gestión.
«Lula es un preso político, Glas es un preso político y probablemente la próxima vez que se reúnan yo también seré un preso político», vaticinó.
No obstante, a su juicio, «la situación más grave» la vive su exvicepresidente por haber sido «involucrado de forma injusta en el caso Odebretch», a pesar de no haber «ninguna prueba», pues, apuntó, «no se han encontrado veinte centavos en las cuentas de Jorge Glas».
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Denunció que todo responde a un sistema creado como un «instrumento de persecución de las izquierdas» que «las élites y los poderes hegemónicos» presuntamente usan para acusarles de corrupción con el apoyo de cierta prensa y ciertos magistrados.
«Hace algunos años advertimos sobre una restauración conservadora que se presentaba después de más de una década de grandes avances, (…) pero nos quedamos cortos. Lo que estamos viviendo ya no lo podemos llamar una restauración conservadora, sino un segundo Plan Cóndor», dijo en alusión a la operación represiva impulsada por regímenes de América Latina en las décadas de 1970 y 1980.
En su opinión, lo que les diferencia es que esas supuestas élites «no necesitan matar y (hacer) desaparecer personas (…), sino que es suficiente matar la honra de las personas y secuestrar la verdad».
Correa, quien reside con su familia en Bélgica, arremetió contra Lenín Moreno, a quien calificó de «impostor profesional que miente con descaro», y advirtió de que Ecuador «está fuera del orden constitucional».
Acusó a Moreno de «traidor» por ganar las elecciones con la Alianza País, impulsada por Correa en 2006, de «usurpar de la forma más ilegal» el movimiento y de celebrar la consulta popular de febrero, que fue «un auténtico mamotreto constitucional, una antología de la manipulación», dijo.
Correa confesó que se siente «perseguido» y tachó de «dura» la «traición» de su antiguo vicepresidente Moreno, al tiempo que denunció «la indiferencia del mundo y Europa frente a lo que pasa en Latinoamérica».
«Si gobiernos de izquierda hubiéramos hecho la tercera parte de lo que está pasando en Latinoamérica contra ciertos dirigentes de izquierda, el rompimiento constitucional en Brasil o Ecuador, ya habríamos estado presos y justificadamente», recalcó. EFE