Fue el 27 de febrero de 2018 que Ana Julia Quezada puso fin a la vida del pequeño Gabriel Cruz, once días después fue sorprendida moviendo el cadáver descompuesto, un hecho que conmocionó a toda la nación española y que llenó de indignación a la opinión pública internacional. El crimen lo cometería la pareja actual del padre del niño asesinado, la madre biológica sospechó de ella.
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Con el paso de las semanas desde la aprehensión de Ana Julia hasta la posterior confesión de la autora material del crimen, se han revelado nuevos datos trascendentales sobre cómo sucedieron las cosas en realidad. Uno de los datos más importantes se obtuvo con una técnica de las pruebas toxicológicas aplicadas al cadáver de Gabriel Cruz. Los alimentos que ingirió horas antes de su muerte fueron analizados y fueron ellos los que arrojaron el lapso de tiempo que sucedió desde la hora de comer hasta su muerte.
En un periodo no máximo de dos horas después de comer, el niño habría muerto, este lapso fue confirmado con estas avanzadas pruebas. Ante tal anuncio los padres confesaron en rueda de prensa sentir alivio por saber que el niño no sufrió una larga agonía. Su agresora lo golpeó y asfixió, no lo mantuvo con vida en cautiverio ni tampoco lo fue induciendo a la muerte, todo fue rápido y en eso precisamente los padres sintieron consuelo, pues Gabriel no sintió un dolor agonizante, resultados que se tradujeron en cierta forma en paz para sus progenitores. Ángel y Patricia cerraron agradeciendo el apoyo de los medios durante todo el desarrollo del caso.
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