Cercos no impidieron que estudiantes festejen carnaval en La Alameda

Los cercos ubicados en las inmediaciones del Parque La Alameda, centro norte de Quito, no fueron impedimento para que los estudiantes jugaran carnaval.

Cerca del mediodía de este viernes 9 de febrero, cientos de adolescentes y jóvenes se congregaron en el puntos para celebrar «a lo grande» la época de la carioca.

En los alrededores se observaron a los chicos lanzarse agua, rociarse espuma de carnaval y hubo algunos que añadieron al festejo harina y picadillo.

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Antes de la tarde, un piquete de policías llegó al lugar y se ubicó alrededor del cerco de metal para mantener el orden en los alrededores. No obstante, a través de las redes sociales, los ciudadanos se quejaron de que no hubo control en los alrededores del parque, puestos que los jóvenes hicieron a un lado el cerco y provocaron desorden en el espacio verde.

Los ciudadanos cuestionaron que no hubo suficiente cuidado, ya que los chicos nuevamente utilizaron el agua de la laguna para empaparse entre ellos.

En febrero de 2017, cientos de alumnos de varios planteles se congregaron en la laguna del parque, causando cientos de destrozos en el lugar: muerte de los peces, daños en las áreas verdes y de los espacios donde se alquilan botes.

El Municipio realizó la reparación del área y se planteó sanciones para algunos estudiantes. Por ello este año se realizaron algunas medidas preventivas como el cierre del fluido de agua en las piletas, así como el cerco en el espacio verde.

Diario El Telégrafo solicitó una versión con al Unidad de Parques y Jardines del Municipio de Quito. A través del Departamento de Comunicación se conoció que entidad cumplió con todas las medidas necesarias que estuvieron a su alcance.

La entidad señaló que se cumplieron socializaciones con las instituciones educativas. Además de que se realizó un operativo preventivo. El organismo añadió que también se pidió colaboración de la Policía Metropolitana para vigilar el espacio público y, de ser el caso, sancionar a los responsables.

Fuente: El Telégrafo