El pasado 2 de enero una mujer que iba camino al trabajo se encontró con una perrita que caminaba con dificultad por una calle en la ciudad de Cali, Colombia. La cachorra, de cuatro meses, dio un par de pasos más y se desplomó.
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Mary Jiménez se acercó al animal, que sangraba por la boca y el ano. «Yo la vi pasar y tenía unas amarras en la parte trasera y en el cuellito, yo me acerqué a quitárselas y vi que en la boca tenía sangre, empecé a revisarla y cuando le levanté la colita no supe qué hacer, sólo la cargué y la llevamos a la primera veterinaria que yo conocía», contó la mujer.
Los médicos veterinarios confirmaron que la perra había sido víctima de un abuso sexual. El caso causó indignación en Colombia, sobre todo entre los grupos dedicados a defender y proteger los derechos de los animales. Miles de personas se expresaron en Twitter a través de etiqueta #LupitaEstamosContigo.
A Lupita, como fue bautizada la cachorra, le destrozaron el conducto de la uretra con un objeto cortopuzante que además le generó lesiones en las paredes de la vagina.
El jueves en la mañana le practicaron una cirugía que resultó exitosa en la que le reubicaron el canal de la uretra y le reconstruyeron la vagina.
«Llegó con sus partes íntimas destrozadas, no solo laceradas. La uretra fue desprendida y las paredes de la vagina están laceradas. Es por ello que con las cirugías se busca, sobre todo, acomodar la uretra, de nuevo», dijo el médico veterinario Sebastián Piedrahita al diario El Tiempo.
La cachorra ya se encuentra en su etapa de recuperación, con menos dolor y protegida. La Policía Ambiental colombiana informó que en los tres primeros días de 2018 se han presentado 12 casos de maltrato animal.
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