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La libertad de prensa está bajo asedio en muchos países

Los medios de prensa están siendo atacados de manera sin precedente, por gobiernos que convierten a los canales públicos en sus brazos de propaganda y que tratan de silenciar al disenso.

Un número creciente de gobiernos está reprimiendo la libertad de prensa alrededor del mundo, tratando de pintarla no como un pilar fundamental de la democracia, sino como una amenaza a ella.

En Turquía, dos periodistas podrían ser condenados a cadena perpetua por supuestamente “enviar mensajes subliminales” por televisión promoviendo un golpe de estado.

En Hungría, oligarcas leales al primer ministro han adquirido la mayoría de los medios de comunicación luego que el principal periódico independiente tuvo que cerrar.

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Y en Polonia, un reportero podría ser sometido a juicio militar por escribir un libro que critica al ministro de defensa.

Son tiempos difíciles para los periodistas en el mundo, especialmente en países que hace poco estaban comenzando a disfrutar de incipientes democracias y garantías de libertad de expresión.

Los medios de prensa están siendo atacados de manera sin precedente, por gobiernos que convierten a los canales públicos en sus brazos de propaganda y que tratan de silenciar al disenso.

Michael Abramowitz, presidente de Freedom House, un grupo se monitorea las libertades democráticas alrededor del mundo, dijo que ya sea mediante el encarcelamiento de periodistas o la transmisión de desinformación, la meta de los gobiernos represores es la misma: “Garantizar que toda cobertura negativa sobre el régimen quede marginalizada y que impere la cobertura halagadora, especialmente dirigida hacia una pluralidad del electorado de la cual depende para mantenerse en el poder”.

En su campaña por socavar la libertad de prensa, muchos gobiernos retratan a la prensa no como un pilar de una sociedad democrática sino como una amenaza.

El tema ha cobrado particular urgencia en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump fustiga toda cobertura desfavorable como “noticias falsas” y tilda a los periodistas de “enemigos del pueblo”.

Lata Nott, directora ejecutiva del Centro para la Primera Enmienda en el Newseum Institute de Washington, declaró que el peligro en Estados Unidos no es tanto que desaparezcan las libertades de prensa, sino que los continuos ataques del gobierno actual siembren tanta desconfianza en la prensa que ello pasará a ser algo aceptable en la sociedad. Como ejemplo, recordó que Trump hace poco amenazó con quitarle la licencia de transmisión a NBC por haber publicado un reportaje crítico del gobierno.

«Creo que parte de lo que dice Trump es pura habladuría», dijo Nott. «Pero hay momentos en que se hace evidente que hay una amenaza explícita, y eso es lo que me preocupa”.

En teoría Turquía, Hungría y Polonia también garantizan la libertad de expresión y la libertad de prensa. Tales principios están consagrados en las constituciones de Polonia y Hungría creadas tras el colapso del comunismo en 1989, y en la constitución de Turquía desde mucho antes.

Pero a pesar de ello, muchos periodistas fueron encarcelados en Turquía tras un intento de golpe de estado en 1980. En los años noventa, a medida que se agravaba el conflicto entre las fuerzas turcas y rebeldes kurdos, el gobierno le impidió a la prensa criticar sus acciones o publicar artículos que sean favorables a los kurdos. Las fuerzas de seguridad además mataron a varios reporteros que cubrían el conflicto.

Hubo un poco de avance a comienzo de los 2000 cuando Turquía trató de implementar reformas con la esperanza de incorporarse a la Unión Europea, pero la situación se deterioró pronunciadamente bajo el presidente Recep Tayyip Erdogan.

El intento de insurrección ocurrido en julio del 2016 intensificó la represión de periodistas y fue parte de una purga más extensa promovida por Erdogan que ha llevado a la cárcel a decenas de miles de personas. Más de 150 medios de prensa han sido clausurados. AP

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