Hace 4.000 años, el epicentro de los avances más destacados de la humanidad ocurrían en el norte de África, más precisamente, en el Antiguo Egipto.
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Los faraones eran plenamente conscientes de ello, y para preservar la «sangre azul» de su linaje, estimulaban y permitían ciertas conductas sexuales que hoy son consideradas aberrantes. Así, para garantizar la prolongación de su dinastía, los faraones permitían el matrimonio entre hermanos y entre padres e hijas, «con el fin de preservar la pureza».
Los egipcios vivían la sexualidad con mucha naturalidad y pragmatismo. Las altas temperaturas en su árido territorio hacían que vistieran con ropas muy ligeras y hasta muchas veces en el campo anduvieran desnudos. La práctica sexual fue representada muchas veces en dibujos en piedra y papiros.
«Había imágenes de monstruosa obscenidad que realmente me dieron una extraña impresión acerca de la sabiduría y compostura egipcia», dijo el egitólogo francés Jean-Francois Champollion. Una muestra acabada de a qué se refiere se encuentra en el llamado «Papiro erótico de Turín», donde se observa una orgía en la que participan miembros de la Corte, sacerdote y altos cargos y aparecen frases como «Ven y métemela por detrás».
Un mito recurrente en el Antiguo Egipto era el valor sagrado de semen, recuerda un artículo del diario español ABC. Para los egipcios, el origen del mundo comenzó con el dios Atum, que se formó de la nada, quien luego se masturbó y de su semén nacieron los otros dioses y el flujo del río Nilo. Cada año, el faraón de turno se dirigía a las orillas del Nilo para una ceremonia de homenaje en la que se masturbaba cuidando que el sémen cayera en el río y no en la orilla. Luego, lo seguía el resto de los asistentes.
Puede resultar sorprendente, pero la mujer gozaba de una gran independencia en comparación con otras civilizaciones : no tenía ninguna dependencia legal del marido (de hecho, no existía la ceremonia del casamiento) y tampoco sufría presión para llegar virgen al matrimonio.
Las parejas se conformaban muy jóvenes (ellas, alrededor de los 14 años; ellos, a los 16) sobre todo con fines reproductivos. De hecho, la infertilidad era motivo suficiente para la separación.
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La circuncisión, una práctica adoptada luego por los judíos a los pocos días del nacimiento de los varones, era un ritual común en el inicio de la adolescencia en Egipto. A la inversa de los romanos, que consideraban el sexo oral como una práctica impura, los egipcios lo tenían como de sus costumbres sexuales favoritas. De hecho, existían las felatrices, prostitutas especializadas en esa práctica que se distinguían por una pintura labial roja muy intensa.
Dos prácticas hoy reprobada pero muy habitual entre los egipcios eran la necrofilia y la zoofilia. De ambas también ha quedado constancia en dibujos de aquella época. El sexo con los muertos estaba asociado a la idea de liberación del alma y una posible resurrección. Mientras que uno de los objetos más extraños hallados por los arqueólogos es un primitivo consolador fabricado con restos de un pene de cachalote.
Infobae
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