Por más extraño que suene, un gerente de un supermercado Lidl en la ciudad española de Barcelona fue despedido de sus funciones luego que sus jefes se dieran cuenta de algo que los horrorizó: trabajaba de más.
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El «Espinita» del recinto, llegaba una hora antes de la que debía ingresar al recinto para «preparar la tienda antes de su apertura al público».
En esos minutos, en los cuales estaba por su propia cuenta sin siquiera marcar antes la tarjeta de ingreso, reponía mercadería, colocaba los precios en los productos y hacía pedidos a las empresas.
Ante esto, se inició una investigación ya que efectuaba «incumplimientos laborales muy graves». Acorde a la carta de despido, rompió una norma sagrada del local comercial: «cada minuto que se trabaja, se paga, y cada minuto que se trabaja debe quedar registrado».
El abogado del funcionario tildó de improcedente el despido y presentó una apelación ante la justicia. «Curiosamente se le sanciona, lo que desde luego no es usual, por trabajar demasiado y esforzarse en que su tienda funcionara correctamente», alegó el jurista.