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La ‘misión’ de una monja para desestigmatizar la marihuana

La Hermana Kate fundó en 2014 la Hermandad del Valle, un conjunto no afiliado con la religión que vende aceite y medicinas con base cannábica.

«Estoy en una misión de Dios», aseguró la Hermana Kate (58). Su «misión» es la de retirar el estigma negativo que tiene la  marihuana (cannabis) en la sociedad norteamericana.

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La Hermana Kate nació como Christine Meeusen. De educación católica, poco se sabe de ella antes de ser la Hermana Kate.

Es famosa su participación en el movimiento Occupy Wall Street vestida de monja, protestando porque el Congreso norteamericano declaró la pizza como un vegetal.

En 2014 fundó la Hermandad del Valle, una compañía que cultiva marihuana en el Valle Central de California, más precisamente el pueblo Merced County. En su sitio web aseguran que preparan medicinas y aceites medicinales basados en marihuana.

Nuestro negocio no es psicoactivo, no tiene THC», le dijo Kate a Infobae. Esa es la clave que le permite no tener problemas con la ley.

Si bien el cultivo de marihuana es legal en el Estado, es ilegal a nivel federal, por lo que las autoridades federales podrían encarcelar a las monjas.

Esa ley no se aplica para nosotros porque nuestro cannabis no droga a nadie», explicó Kate.

El mayor volumen de la marihuana de California es cultivada en el Triángulo Esmeralda, una región entre los condados de Mendocino, Humboldt y Trinidad.

Hoy la Hermandad del Valle genera alrededor de USD 750,000 dólares anuales en ventas. Sus mayores clientes están en Canadá, Australia e Inglaterra.

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Como toda empresa exitosa, reutiliza sus ganancias en inversiones: la mayoría están destinadas a cultivos más grandes.

Si bien se autodefinen como «las monjas de la marihuana», no están afiliadas a ningún grupo religioso. La ropa que adoptaron esta basada en las beguinas.

Nos consideramos revividoras beguinas», explicó Kate.

Las beguinas fueron una asociación no oficial de mujeres, sin una orden ni casa madre, que dedicaron su vida a ayudar a los más necesitados, como también a labores intelectuales. Trabajaban para mantenerse y eran libres de dejar la asociación en cualquier momento para casarse.

Aunque nunca han tenido conflictos con sus vecinos, cuando empezaron eran miradas con desconfianza: «Cultivamos cannabis, que no droga a nadie; hacemos productos que ayudan a pacientes que tienen ataques a no tenerlos, a pacientes que tienen cáncer, a los que sufren de dolores crónicos. En cuanto la gente ve lo que estamos haciendo, recibimos su apoyo».

Sin embargo, la mayor amenaza a su labor no se encuentra en las proximidades, sino más bien en la Casa Blanca. Donald Trump la atemoriza y por eso adelantaron sus planes de lanzamiento de productos de México y América del Sur.

Planeamos crecer en otro países porque nuestro gobierno federal nos asusta muchísimo», confesó.

Acerca de su misión personal considera que el concepto que se tiene sobre la cannabis «cambia día a día». Y «cada día más tontos que hablaban en contra de la planta, se unen a nuestra cruzada».

Fuente: Infobae

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