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Colombia cierra con mariposas blancas medio siglo de guerra con las FARC

(Mauricio Dueñas Castañeda/EFE)

Las FARC y el Gobierno colombiano cerraron hoy de manera oficial y entre mariposas blancas medio siglo de conflicto armado entre el Estado y esa guerrilla en un acto solemne celebrado en una de las aldeas de Mesetas (centro), una de las localidades que vivió con más crudeza la guerra.

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Hasta la zona veredal transitoria de normalización (ZVTN) de Buenavista, donde cerca de 550 guerrilleros están reunidos dentro del proceso de desmovilización y desarme, llegaron el presidente Juan Manuel Santos, y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’.

El líder guerrillero fue el primero en tomar la palabra ante una audiencia compuesta mayoritariamente por sus hombres y en la que criticó el Gobierno ante un Santos que aguantó estoico el vendaval.

Cuando le llegó el turno de tomar la palabra, el mandatario no dudó al dar por cerrado con rotundidad el conflicto armado que inició hace 53 años.

«Hoy 27 de junio para mí y para los colombianos es un día muy especial, un día que jamás olvidaremos, el día en que las armas se cambiaron por las palabras», dijo con contundencia.

También tomó prestadas las palabras de Víctor Hugo y citó que «un día vendrá en que no habrá más guerras» y se preguntó qué quedará cuando todos los hombres dejen las armas.

«Será una pequeña caja de madera, esa que llaman urna electoral de donde saldrá un mandato que hará caer las espadas de todas la manos y despertará el amor a la justicia en todos los corazones», aseveró.

En este momento, ya «sin armas ni violencia», consideró que Colombia no es «un pueblo enfrentado entre sí», por lo que hay una historia menos «de dolor y muerte en el planeta».

«Somos un solo pueblo y una sola nación avanzando al futuro dentro del cauce bendito de la democracia», sostuvo sobre el periodo que se abre para Colombia con las FARC desarmadas y en transición para convertirse en un partido político legal.

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Santos subrayó «el fin de esta guerra absurda», que «no sólo duró más de cinco décadas», sino que dejó más de ocho millones de víctimas, entre ellas «más 220.000 compatriotas muertos».

Al concluir su discurso, le entregó a «Timochenko» un fusil convertido en pala como símbolo del futuro y recordó que se ha comprometido a que la palabra será su único arma.

«Adiós a las armas, adiós a la guerra, bienvenida la paz», había afirmado minutos antes «Timochenko», al que Santos saludó por su nombre de pila, Rodrigo Londoño, como una muestra más de que incluso los nombre que emplearon en la guerra han quedado atrás.

Vestido con una camisa guayabera azul y una gorra, aseguró que las FARC entra hoy en una nueva etapa, en la legalidad, tras dejar las armas que durante más de medio siglo empuñaron contra el Estado colombiano.

El máximo líder de las FARC fue jaleado por sus hombres que llenaban el espacio circundante y que le dieron la bienvenida al escenario al grito de «Viva la paz».

«Este día no termina la existencia de las FARC, en realidad a lo que ponemos fin es a nuestro alzamiento armado de 53 años pues seguiremos existiendo como un movimiento de carácter legal y democrático que desarrollará su accionar ideológico, político, organizativo y propagandístico por vías exclusivamente legales, sin armas y pacíficamente», resaltó.

Santos siguió hierático el discurso de Londoño por momentos, cuando recrudecía sus denuncias de que el Gobierno ha incumplido con varios elementos, esencialmente con la protección de líderes sociales que han sido asesinados por bandas herederas del paramilitarismo.

Al concluir su intervención, que incluyó un vídeo propagandístico, sus seguidores liberaron las mariposas blancas, que a la luz del sol parecían amarillas, tratando de seguir indefinidamente la paz, tal y como seguían a Mauricio Babilonia en Cien años de soledad.

Al acto, más solemne de lo imaginado, también asistió el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault, quien destacó que las FARC cumplieron con su compromiso de dejar las armas como parte del acuerdo de paz.

«En torno a la dejación de armas, consideramos que el compromiso con la dejación de armas individuales adquirido por las FARC-EP en el acuerdo de paz ha sido honrado», aseguró Arnault.

Antes de concluir -y entre sonoros aplausos de los guerrilleros-, Arnault afirmó que han constatado que las armas que recibieron «son de alta calidad y operatividad», lo que muestra «que en el proceso de dejación se han entregado más armas por combatiente que en muchos procesos verificados internacionalmente».

Se abre así un nuevo periodo para Colombia, en el que quedan para los guerrilleros varios interrogantes, el primero y más cercano, qué harán con su futuro tras un pasado marcado por el combate y el monte.

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