Dentro de la maquinaria nazi, las Waffen SS de Heinrich Himmler eran el grupo más brutal. Durante la Segunda Guerra Mundial, estas unidades llevaron adelante el exterminio judío y actos genocidas contras polacos, rusos, ucranianos, checoslovacos, húngaros y quienes ofrecieran resistencia al régimen fascista.
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En el día en que la PDI liberó las archivos secretos sobre la actividad nazi en Chile, recordamos un grupo que generó rechazo por su sadismo y brutalidad entre las mismas filas de las SS.
En medio de la guerra, las ramas de las Fuerzas Alemanas creación unidades llamadas Strafbataillon, batallones de castigo, que eran puestos por efectivos del ejército, aviación o marina que presentaran problemas disciplinarios. Eran duramente tratados y muchas veces sus integrantes terminaban muertos por los actos disciplinarios a los que eran sometidos.
En 1942 y con expresa aprobación de Adolfo Hitler y del mismo Himmler se autoriza la creación de una SS-Strafbataillon, pero este grupo no estaba compuesto por soldados indisciplinados, sino que siguió un plan elaborado por el oficial de las SS Oskar Dirlewanger, quien antes de ser parte de las fuerzas nazis, fue condenado por pedofilia. El plan de este nazi fue incorporar a los más “indeseables” de la sociedad alemana a esta SS-Strafbataillon.
Así surgió la SS-Sturmbrigade Dirlewanger, una unidad de exterminio compuesta por violadores, sicópatas, asesinos seriales, pederastas, pirómanos, todos condenados. Se les ofreció perdonar sus penas a cambio de servir en esta unidad.
El grupo, liderado por Dirlewanger, realizó operaciones en Bielorrusia, checoslovaquia y Polonia principalmente, donde mostraron una brutalidad y un sadismo con sus víctimas que incluso impactó al resto de las filas de las SS. Tal fue la barbarie de sus actos, que varios generales nazis denunciaron a este grupo por sus acciones ante el mismo Hitler.
Su especialidad era sofocar revueltas o simplemente eliminar a población civil. A medida que fue avanzando el Ejército Rojo, esta unidad fue siendo eliminada, pues no poseían capacidades ni entrenamiento para enfrentar a un ejército regular.
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Al final de la guerra, Dirlewanger fue capturado por los franceses. El jefe de la unidad más sanguinaria de las sádicas SS fue intencionalmente entregado a efectivos militares polacos, quienes lo asesinaron después de torturarlo por horas.