El 5 de junio de 1985 se consolidó en Ecuador la denominada ‘Revolución Liberal’ que presentó varias reformas estructurales en el país.
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Esta revolución logró instaurar la educación laica, el desarrollo agrícola, industrial, comercial, artesanal y cultural, la integración nacional, la democratización del Estado, el derecho al voto y al trabajo de la mujer y la profesionalización del Ejército como garante de la revolución y al servicio del pueblo, según reseña en su portal la Secretaría Nacional de la Gestión de la Política.
La revolución se logró y se reconoció durante una asamblea desarrollada en Guayaquil en la que se ratificó «que las ideas liberales son las que están más en armonía con la civilización y el progreso modernos y que son ellas las llamadas a hacer la felicidad de la República», según el acta firmada por cerca de 16 mil personas.
Además se decidió desconocer al gobierno y «nombrar para Jefe Supremo de la República y General en Jefe del Ejército al benemérito General don Eloy Alfaro».
El llamado ‘Decálogo Liberal’ proponía un decreto de manos muertas, la supresión de conventos y monasterios, libertad de los indios, expulsión del clero extranjero, crear un Ejército fuerte y bien remunerado y construir un ferrocarril al Pacífico.
El máximo representante de la Revolución Liberal fue Eloy Alfaro quien tomó el mando luego de la caída de Lucio Salazar y ordenó la creación de la Constitución de 1897. Gobernó entre 1895-1901 y 1906-1911.Fue sucedido por Leónidas Plaza Gutiérrez.
Jorge Núñez Sánchez, en su libro ‘El Ecuador en el Siglo XIX’ precisa que Eloy Alfaro luchó incansablemente no solo para redimir a todos los ciudadanos sino, además, para unificar y darle identidad nacionalista al Ecuador.
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