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Los tiranosaurios tenían una cara sin labios y con escamas

Un nuevo estudio concluyó que los tiranosaurios tenían la cara sin labios pero un hocico con gran sensibilidad, parecida a la de los cocodrilos.

Los tiranosaurios tenían la cara cubierta de una capa escamosa, similar a la de los cocodrilos, sin labios y con un hocico dotado de gran sensibilidad táctil, según un grupo de científicos que han analizado la textura y huesos faciales de una nueva especie denominada ‘Daspletosaurus hornery’.

El nuevo miembro de la familia de los tiranosaurios vivió en el Cretácico tardío (entre cien y 66 millones de años), fue localizado en Montana (Estados Unidos) y medía unos nueve metros de largo y 2,2 de alto, según un estudio que publica hoy, 31 de marzo del 2017, Scientific Reports.

El equipo de expertos, encabezado por Thomas Carr, del departamento de Biología del Carthage College en Estados Unidos, examinó la topografía de los huesos faciales de los restos para intentar descubrir el tipo de tejido que podía haber recubierto la cara del Daspletsaurus.

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Para ello compararon el tejido que producía ese tipo de superficie con el de cocodrilos y cinco tipos de pájaros, lo que sugiere que el tiranosaurio tenía la cara cubierta de escamas planas.

Los tiranosaurios «son idénticos a la especie de los cocodrilos en que los huesos de sus hocicos y mandíbulas son rugosos a excepción de una estrecha banda de hueso suave a lo largo de la hilera de dientes», señala un comunicado.

Además, los expertos no encontraron ninguna evidencia de la existencia de labios en el tiranosaurio, pues el tejido rugoso cubierto de escamas «se extiende por toda la fila de dientes sin dejar espacio» para ellos.

Sin embargo, encontraron evidencias de otros tipos de piel en la cara, incluidas áreas de hueso muy grueso que soportaba una piel tipo armadura en el hocico y a ambos lados de la mandíbula inferior, la cual debía proteger al animal de abrasiones durante la caza o la alimentación.

Tanto en la familia de los cocodrilos como en los tiranosaurios, el hocico y las mandíbulas presentaban numerosos agujeros por los que penetraba el nervio trigémino para enervar la piel, lo que la dotaba de alta sensibilidad, tanto como la de los dedos humanos.

Este tipo de sistema táctil facial altamente sensible podría haber ayudado a esa familia de dinosaurios en la captura de sus presas, además de en tareas de identificación y manipulación.

Los restos del Daspletosaurus «son fundamentales» para estudiar la evolución de los dinosaurios, explicó el doctor David Varrichio de la Universidad estatal de Montana.

El experto señaló que en esa región existen especímenes de «alta calidad» y buen estado de conservación que «revelan detalles de cómo vivieron esos gigantes carnívoros» y ofrecen detalles sobre la evolución del grupo de los tiranosaurios.

El Daspletosaurus horneru fue «el más joven y el último de su estirpe» que vivió poco después del Daspletosaurus torosus, encontrado en Alberta (Canadá) y ambas especies tuvieron una estrecha relación evolutiva, la cual sugiere que ambos representan un linaje único, explicó Carr.

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