Ecuador bajó ayer, 30 de marzo del 2017, el telón de la campaña electoral y se prepara para las votaciones de este domingo, en las que los ciudadanos elegirán al gobernante que ha de suceder al actual presidente, Rafael Correa, quien dejará el poder en mayo.
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Con sendos actos multitudinarios en Guayaquil y Quito, el opositor Guillermo Lasso y el oficialista Lenín Moreno, respectivamente, pusieron fin al periodo proselitista, al que siguen, desde esta medianoche, dos jornadas de reflexión o «silencio electoral» para que los ecuatorianos mediten su voto.
Finalizó así una campaña electoral crispada, que ambos candidatos han calificado de «sucia» y que se ha caracterizado por acusaciones de corrupción de ambos lados.
El oficialismo ha señalado a Lasso por tener bienes en paraísos fiscales y por haberse beneficiado supuestamente durante la crisis financiera de 1999, gracias a su condición de banquero, pero le acusa también de estar implicado en las decisiones que tomó en esa época el gobierno de Jamil Mahuad (1998-2000), del que fue ministro de Economía.
El opositor ha hecho lo propio al acusar al Gobierno de estar presuntamente involucrado en los posibles actos corruptos por los que se investiga a la brasileña Odebrecht y a Petroecuador.
Pero Moreno y Lasso han rechazado en todo momento estas recíprocas acusaciones y, al margen de los ataques, se han centrado durante la campaña en insistir en sus promesas, algunas con postulados coincidentes, como la de luchar contra la corrupción, crear puestos de trabajo, eliminar salvaguardias arancelarias y establecer mejoras en la educación.
En el acto final de campaña, el candidato oficialista ofreció diálogo con la oposición.
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«Voy a gobernar con diálogo, sí, con tolerancia, sí, con respeto, sí, con acuerdos mínimos, sí, escuchando, entendiendo y hasta decodificando, pero también con firmeza (…) para corregir aquello que haya que corregir, pero sobre todo con la mirada puesta en el futuro», sostuvo en el acto de cierre en Quito.
Sobre su rival, al que se refirió como «el candidato de la banca», aseguró llevarle «un millón y medio de votos» de diferencia hoy y pidió a sus simpatizantes «llegar a los dos millones».
«Están desesperados porque saben que el pueblo les va a dar una paliza mayor que el 19 de febrero», añadió.
En la primera ronda electoral el pasado 19 de febrero Moreno aventajó a Lasso por más del 11 % de los sufragios, pero al no alcanzar el 40 % del total de las papeletas emitidas, se activó la necesidad de una segunda vuelta.
Lasso, de su lado, reclamó un cambio en el país y ofreció libertad y bienestar a los ciudadanos, en un acto celebrado ante un repleto auditorio en Guayaquil.
Libertad, valores, respeto, democracia y prosperidad fueron algunos de los conceptos utilizados por el aspirante del movimiento CREO.
«Poder gritar todos juntos: ¡que viva un Ecuador libre!», arengó el candidato a un enardecido público.
Lasso, quien afirmó que él y quienes le apoyan están «del lado correcto de la historia, defendiendo la democracia y la libertad», aseguró que si gana las elecciones derogará la actual ley de comunicación «para tener medios independientes y no sometidos como hoy por el Gobierno».
La mayoría de las encuestas daban ventaja a Moreno en la intención de voto de los ecuatorianos hasta el 22 de marzo, último día en que estaba permitido difundir resultados de los sondeos.
Unos 12,8 millones de electores están convocados a las urnas para elegir entre Guillermo Lasso y Lenín Moreno, candidato del movimiento oficialista Alianza País (AP, izquierda), aspirantes a suceder en la jefatura del Estado al actual mandatario, Rafael Correa, quien dejará el poder en mayo tras gobernar Ecuador durante diez años.