Como en mi hogar! Con un café caliente y un pastel me recibieron en Casa Mariscal, en la Juan León Mera y Baquedano (La Mariscal), un lugar donde 78 artesanos de distintas partes del país, dedicados a la joyería, textiles, ropa, gastronomía, entro otros productos, han conseguido dos objetivos: compartir su arte con los visitantes y vivir de su trabajo con precios justos.
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Según nos comenta Alberto Santos, este modelo asociativo de negocio nace por la necesidad de los artesanos de contar con un lugar seguro y dejar la depender con intermediarios para la venta de sus productos. Con esta Casa, los artesanos han podido dejar la informalidad de las ferias que han proliferado en la ciudad, para contar con un lugar fijo para colocar su producto y estar más días en exhibición.
Al ser artesanal, lo original de cada pieza es evidente. Cada joya fabricada en plata, los textiles tejidos a mano, las mermeladas de distintos sabores, la cerámica, o el trabajo en artículos de cuero, conllevan una historia que, con suerte, podrá ser contada por el mismo artesano que en muchas ocasiones está en el lugar para compartir su arte con el visitante.
Como me pasó al conversar con Micaela Rodríguez, artesana gastronómica que comparte el sabor de sus mermeladas o pasteles con el visitante, además de contarnos cómo este proyecto ha sido beneficioso para su estabilidad económica y para poder dedicar más tiempo a su familia.
- Alimentos artesanales. Resaltan los sabores tropicales del país, con calidad, en galletas, chocolate fino y mermeladas.
- Joyería. La plata es convertida en obras de arte. Los artesanos también utilizan otros materiales.
- Obsequios. Las colecciones son variadas y se pueden encontrar finos regalos para toda ocasión.
- Ropa y textiles. Los detalles en sombreros, blusas, hace de cada prenda que sea única.
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