Apoyados de milicianos populares, inspectores del gobierno venezolano vigilan en las panaderías que el pan salga del horno: enfrentan un supuesto complot para inducir la escasez del alimento básico, pero para muchos es una batalla perdida.
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“La guerra del pan”, como la llama el presidente Nicolás Maduro, llevó esta semana al despliegue de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde), que ha dejado cuatro detenidos y dos panaderías expropiadas en Caracas.
Acusándolos de violar la “Ley de Precios Justos”, las autoridades entregaron los dos establecimientos a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), grupos comunales que distribuyen alimentos subsidiados en zonas populares.
El pasado domingo, el presidente socialista había advertido que caería “todo el peso de la ley” contra los panaderos que “esconden el pan al pueblo”, por lo que ordenó inspecciones de la Sundde, acompañadas de policías, militares y civiles uniformados (milicianos).
En un recorrido que hizo la AFP por una veintena de panaderías de Caracas, muy pocas tenían pan. En las que había, se vendía de forma restringida a cada persona.
Tras encontrar pan en el centro de Caracas, Arilluri Rodríguez, una estilista de 50 años, aplaude las medidas del gobierno. “Las panaderías son las que esconden la harina, la acaparan”, aseguró.
Para otros nada va a cambiar. “No va a mejorar nada. No puede haber más pan si el gobierno no da harina. Hacen operativos para aparecer en televisión como que están solucionando el problema”, declaró a la AFP Alexis Méndez, un profesor jubilado de 68 años, en una panadería en el popular barrio Catia (oeste).
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Venezuela atraviesa una aguda crisis económica, con una inflación disparada y una severa escasez de alimentos y medicinas. Largas filas se forman en supermercados y, desde hace meses, también en las panaderías.
Sin harina no hay pan El gobierno, que monopoliza con un férreo control de cambios las divisas para importar alimentos, busca que el 90% de la harina que vende a precio subsidiado a las panaderías se use en pan, en lugar de en tortas, dulces u otro tipo de productos, que se venden a precios altos por no estar regulados.
Pero la Federación Venezolana de Industriales de Panificación y Afines (Fevipan) afirma que las 8 000 panaderías del país necesitan 120 000 toneladas de trigo por mes para cubrir la demanda, y que el gobierno sólo está distribuyendo 30 000 toneladas. “Cuando hay harina, vendemos pan, pero despachan cada 15 o 20 días.
Nos dan 20 sacos (de 50 kilos), y en condiciones normales, usaríamos ocho diariamente”, declaró a la AFP Fran Suero, de 41 años, trabajador de una panadería del este de Caracas.
Para la presidenta del Consejo Nacional del Comercio, Cipriana Ramos, “se atacan las consecuencias y no las causas”: “Sin materia prima no se puede producir el pan”.
Los productores denuncian además que los precios a los que la ley les exige vender los panes son inferiores a los costos de producción.
El último precio anunciado por la Sundde para la barra de pan es de 250 bolívares (0,35 dólares a la tasa oficial más alta; sin embargo, en la calle se consigue hasta en 900 bolívares (1,2 dólares).
Temor en las panaderías En un video que la Sundde compartió en redes sociales, el superintendente Williams Contreras hace una inspección sorpresa: “Aquí va a salir una persona detenida”, amenazó al comprobar que no había pan.
Luego, policías arrestaron a los encargados del establecimiento. “Tenían un letrero que decía: ‘No hay pan hasta nuevo aviso’, pero cuando entramos tenían 100 sacos de harina de trigo, manteca, azúcar, la materia prima esencial”, justificó Contreras. El temor es evidente entre los panaderos.
“Detrás hay una mala intención para agarrarse las panaderías. Aquí nos inspeccionó la Sundde, amenazantes. Me dijeron que me iban a meter preso si había harina y no pan. Cuando llegaron estábamos sacándolo, por eso no hicieron nada”, relató a AFP Mario, encargado de otra panadería en Catia. A juicio del comerciante, las medidas no acabarán con la escasez del producto ni las largas filas.
“La gente no tiene harina de trigo en sus casas, ni arroz, ni harina de maíz, solo les queda buscar pan, y las panaderías no reciben suficiente harina. Todo eso lo importa el gobierno, pero nos culpa a nosotros”, agregó.