El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, sigue su polémica cruzada antidrogas. Mientras intenta volver a movilizar a la Policía, fuera de la lucha por la corrupción, una comisión parlamentaria debate una medida que contraviene todas las disposiciones de la ONU: rebajar la edad penal a los 9 años.
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El proyecto de ley, de salir adelante, permitiría enviar a prisión a los menores entre 9 y 14 años. En una entrevista con Al Jazeera, recogida por The Washington Post, Duterte aseguraba hace unos días que los niños muertos en su «guerra contra las drogas» eran «daños colaterales».
El polémico presidente asegura que quiere detener a una «generación de delincuentes» que ya ha ha comenzado a delinquir en las calles del país. Según la presidencia filipina, los narcotraficantes utilizan a menores cada vez en mayor medida y que la única solución para combatir estos problemas es encarcelar a los niños.
Al mismo tiempo, el presidente ha explicado que los ladrones y los traficantes de droga que se encuentran en edad escolar deben conocer qué es la responsabilidad y que hay que mimarles para que no se conviertan en futuros delincuentes, tal y como informa The Washington Post.
La nueva medida no sorprende en exceso teniendo en cuenta la deriva de Duterte desde que llegó al poder. En abril de 2016, cuando se encontraba en su campaña hacia la presidencia del país, Rodrigo Duterte aseguró, mientras hablaba de su campaña antidrogas, que mataría a sus hijos con sus propias manos en caso de que les pillara con drogas entre las manos.
Durante su campaña, Duterte aseguraba que su plan para matar a tres millones de drogadictos es un medio para proteger a generaciones futuras. No obstante, no han sido pocos los niños que han fallecido en Filipinas debido al fuego cruzado durante el plan antidroga que ha acabado, por el momento, con más de 7.000 personas en el país.