Las tareas para la casa son toda una institución del modelo educacional tradicional. Son concebidas como una parte importante del aprendizaje de los alumnos, quienes tienen que dedicarles horas para su desarrollo.
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Costo de oportunidad: el tiempo que se le dedica a las tareas se le deja de dedicar a otras actividades, como compartir con la familia, jugar y desarrollar habilidades y conocimientos que el sistema escolar no fomenta.
De acuerdo con el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa, por sus siglas en inglés), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), el promedio de horas a la semana en el mundo que un estudiante dedica a hacer tareas en su casa es de cinco horas.
Y mientras que en Colombia y en España los alumnos están seis horas haciendo tareas, en otros países de Latinoamérica como Argentina y Chile dedican cuatro horas semanales. En Finlandia, uno de los países con mejores resultados en la prueba Pisa, el promedio es de tres horas semanales, sin diferencias mayores entre estudiantes de familias con mayor y menos ingresos. Las tareas, por lo general, toman entre 20 y 30 minutos.
Papás antitareas
En España, grupos de padres se han organizado para eliminar las tareas del sistema educacional. Incluso, en noviembre pasado hicieron un llamado a que los alumnos no hicieran las tareas, aunque eso signifique un castigo de parte de los profesores, como una mala nota o la resta de puntaje en las pruebas.
Eva Bailén es una ingeniera en informática que, después de ver a su hijo de 8 años agobiado, aburrido y desmotivado por las tareas que le mandaban para la casa, decidió levantar la voz. “Las tareas que hacía eran muy aburridas, copiaba del libro de texto al cuaderno, hacía listas de vocabulario, tenía tareas rutinarias para hacer en casa aunque en el colegio hubiese trabajado bien”, cuenta Eva a Metro.
Así fue que comenzó una campaña en Change.org pidiendo la racionalización de los deberes en el sistema educativo español que ya ha juntado más de 220.000 firmas.
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“Yo pido racionalizar los deberes, no digo directamente que no hagan los deberes. Pero sí que es cierto que creo que hay edades en las que no hace falta que hagan ninguno”, explica Bailén. “No creo que después de la jornada escolar, que en España en bastante larga, sea justificable que un niño continúe haciendo deberes durante horas. Si se hartan del colegio a los 9 o 10 años, ¿cómo pretendemos que disfruten estudiando cuando sean adolescentes?”.
«Si en clases se trabaja, no veo por qué hay que hacer ‘horas extra’ a base de tareas carentes de creatividad»
Al mismo tiempo, organizaciones como la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos (Concapa), que representa a tres millones de familias españolas, ha defendido el modelo de las tareas para la casa, siempre y cuando se pongan “de forma proporcional”.
Otros argumentos
Argumentan, además, que las tareas son necesarias porque generan hábitos y afianzan lo aprendido en clases. “Es cierto, unas pocas tareas no hacen daño”, dice Eva Bailén. “Hay una frase que dice que la calidad de un sistema educativo tiene como techo la calidad de sus docentes. Si en clase se trabaja, no veo por qué hay que hacer ‘horas extra’ a base de tareas carentes de creatividad”, explica.
Según los resultados de los últimos estudios del Programa Pisa, de la Ocde, el problema es que el aprendizaje en casa está determinado por factores como la condición socioeconómica del estudiante, la calidad del colegio al que asiste y la calidad de las horas de clase que tiene.
Calidad contra cantidad
“La clave no es la cantidad de deberes sino cuántas horas dedican los alumnos a aprender en la escuela, y cómo de productivas son esas horas”, dice Alfonso Echazarra, analista del equipo Pisa del Directorado de Educación y Competencias de la Ocde. Y explica: “Toda tarea que se lleva a casa implica un mayor riesgo de reducir la equidad, pues los recursos que los niños encuentran en el hogar varían mucho más que los que encuentran en las escuelas”.
Según los resultados y estadísticas obtenidas de los estudios de las pruebas Pisa de 2012 y 2015, aplicadas a 540.000 estudiantes en representación de 29 millones de jóvenes de 72 países, es probable que aquellos estudiantes de menores recursos que estudiaban en colegios con presupuesto más bajo queden rezagados con respecto a los estudiantes favorecidos económicamente. Esto lleva a aumentar la desigualdad social.
«Toda tarea que se lleva a casa implica un mayor riesgo de reducir la equidad, pues los recursos que los niños encuentran en el hogar varían mucho más que los que se encuentran en las escuelas»
En general, los países con mejores resultados en las pruebas Pisa son los que menos tareas para la casa mandan a los estudiantes. Esto podría dar a pensar que a menos tareas, mejores resultados académicos, pero Echazarra matiza. “No hay que interpretar esos resultados de esa forma, sino que a menos aprendizaje en la escuela, mayor necesidad de compensar con el aprendizaje fuera de la escuela”.
“No me parece mal que hagan alguna tarea en casa, siempre que sea motivante, adaptada a la edad del estudiante, que se les de tiempo para entregarla y que esté relacionada con la vida real. Ahora, no hacer tareas no supone que el niño no aprenda, no olvidemos que va al colegio todos los días”, dice Eva Bailén.