El Salvador, uno de los países más violentos del mundo, celebró el pasado miércoles algo insólito: por 24 horas no hubo un solo asesinato en su territorio.
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Una hazaña si se considera que en el 2016 se registraron 5,278 homicidios, es decir, un promedio de 81,2 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. Una violencia que en su mayor parte genera la sangrienta lucha por territorio y poder de sus temidas pandillas, como la banda Salvatrucha y la M-18.
Estas dos “maras” tienen unos 70,000 miembros en el país y 10,000 dentro de sus prisiones, con los que constituyen un sólido entramado de narcotráfico, crimen organizado, extorsión y otros delitos.
Estos grupos delictivos surgieron en los barrios latinos en Los Ángeles en los años ochenta y llegaron a América Central cuando Estados Unidos deportó a miles de inmigrantes violentos en la siguiente década. Con su llegada se dispararon los crímenes en la región.
El director general de la Policía Nacional Civil salvadoreña, Howard Cotto, celebró tener un día sin asesinatos en el país y señaló que en los primeros días del año se ha producido un descenso de la delincuencia, contó la agencia AP
Hasta el 11 de enero se habían contabilizado 99 muertes violentas. En esas esas mismas fechas, un año atrás, la cifra era de 250.
Aún así, las autoridades resaltaron que no se puede bajan la guardia y no olvidan que fueron asesinados 47 policías en el 2016, la mayoría cuando se encontraban de licencia.