Fueron protagonistas anoche. Pero no solo entonces. Desde que la familia Obama llegó a la Casa Blanca en 2009, Malia y Sasha, las hijas de Barack y Michelle, se ganaron toda su simpatía: hacía tiempo que no había niños en la casa presidencial.
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Sin embargo, para las niñas ocho años es mucho tiempo y hoy dejan la que fue su casa como dos adolescentes, maduras, carismáticas, bondadosas, según su propio padre.
Ambas fueron protagonistas de los momentos más tiernos del presidente que en poco más de una semana abandonará su carga para concedérselo al republicano Donald Trump. Pero ayer una de ellas no estuvo presente.
Mientras Malia Obama, de 18 años, estaba presente para escuchar la despedida de su padre, su hermana Sasha, de 15 años, no estaba allí. Por eso se convirtió en la más notable de las ausencias y produjo una avalancha de comentarios en las redes sociales con el hashtag #SashaObama.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo que la adolescente se quedó en Washington para preparar un examen que debe rendir en la mañana del miércoles. Pero cuando habló de ellas, Obama se dirigió a las dos.
«Lo que más me enorgullece»
Las describió como «dos increíbles jóvenes mujeres». «De todo lo que he hecho en mi vida, lo que más me enorgullece es ser su padre», dijo Barack Obama a la par que Malia -vestida de blanco y negro- derramó un par de lágrimas mientras era abrazada por su madre.
«Son inteligentes, y hermosas, pero más importante que eso, son buenas y consideradas, y están llenas de pasión. Y llevaron tan fácilmente la carga de estar años en el centro de la atención», aseguró sobre la exposición que vivieron las chicas.
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Barack Obama lagrimeó en su último discurso en Chicago al rendir tributo a sus hijas y esposa Michelle, su «mejor amiga». «Michelle La Vaughn Robinson, hija del lado sur, durante los últimos 25 años no solo has sido mi esposa y madre de mis hijas, has sido mi mejor amiga», dijo Obama a la primera dama, que estaba sentada frente a él vestida de negro.
«Asumiste un papel que no pediste y lo hiciste propio con gracia y coraje y estilo y buen humor», le dijo, mientras sacaba un pañuelo para secarse las lágrimas ante 18.000 asistentes.