Esteban Santiago, un exmilitar que sufría transtornos psicológicos tras servir en Irak, enfrenta tres cargos federales que pueden representarle la pena de muerte, según anunció la Fiscalía del Distrito Sur.
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El FBI continúa hoy desentrañando las motivaciones que llevaron a este ex miembro de la Guardia Nacional de EE.UU. a elegir el aeropuerto de Fort Lauderdale para cometer el ataque, mientras que el atacante hará este lunes su primera comparecencia en un juzgado de Fort Lauderdale para la lectura de cargos.
La Fiscalía del Distrito Sur acusa a Santiago de realizar un acto de violencia contra personas en un aeropuerto internacional, usar un arma de fuego durante y en relación a un crimen violento, y causar la muerte de una persona mediante arma de fuego.
De ser hallado culpable, el atacante, nacido en Nueva Jersey y criado en Puerto Rico, puede ser sentenciado a la pena de muerte, según el comunicado de la Fiscalía.
El fiscal de este distrito, Wilfredo Ferrer, afirmó que los cargos presentados «reflejan la gravedad de la situación» tras el tiroteo que desató Santiago en la zona de recogida de equipajes de la terminal 2 del aeródromo el pasado viernes y que dejó cinco muertos y seis heridos.
Tal como han informado la autoridades, Santiago adquirió un billete de ida en Anchorage (Alaska), en donde residía, y voló hasta Minneapolis, desde donde luego subió a otro avión para aterrizar en Fort Lauderdale, con una pistola semiautomática de 9 milímetros y dos cargadores al interior de la única maleta que facturó.
Documentos judiciales describen que el exmilitar recogió su maleta, fue al baño para cargar su arma, salió y disparó a la primera persona que vio, para luego continuar el ataque, durante el que mayormente disparó a la cabeza de las víctimas, hasta vaciar toda la munición que contenía, tras lo cual se entregó a las autoridades.
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Los investigadores creen que Santiago habría planificado el ataque, dado que recientemente empezó a vender algunas pertenencias personales y desarrolló una conducta más errática, tal como han señalado a las autoridades familiares y allegados del atacante.
Su tía María Ruiz Rivera, que reside en Nueva Jesey, declaró a la cadena CNN que el exmilitar «tenía visiones todo el tiempo» y que «su cabeza no estaba bien».
Santiago se unió a fines de 2007 a la Guardia Nacional de Puerto Rico y en abril de 2010 fue destacado a Irak, en donde permaneció por diez meses. Su hermano, Bryan Santiago, desde Puerto Rico, señaló a la cadena Telemundo que tras servir en Irak el militar empezó a sufrir transtornos psicológicos.
El FBI ha confirmado que en noviembre pasado Santiago entró en una oficina de esta agencia federal en Anchorage (Alaska) y manifestó que el Gobierno de EE.UU. controlaba su mente y lo obligaba a ver videos del grupo Estado Islámico (EI), y que además oía voces.
Los agentes federales descubrieron que en ese momento Santiago había dejado en su coche a su hijo de pocos meses de nacido y una pistola, que le fue confiscada. El joven fue derivado a un chequeo psicológico por un período de cuatro días, al cabo del cual fue dado de alta, sin ningún tratamiento a seguir.
«Cuatro días para un tipo que habló con el FBI sobre esas cosas (…) Va al FBI diciendo que (estaba) escuchando voces, que la CIA está diciendo que necesita unirse al EI», señaló el hermano a Telemundo, tras criticar la actitud del Gobierno federal por dejarlo en libertad.
Bryan Santiago agregó que en una reciente visita que hizo a su hermano en Alaska, este le relató que escuchaba voces y que creía que lo seguían, ante lo que le recomendó que pidiera ayuda profesional.
«Quiero decirle al pueblo norteamericano e internacional que él, antes de eso (el ataque), fue a la oficina del FBI en Anchorage, Alaska, pidiendo ayuda», resaltó Bryan Santiago.
El arma confiscada al ex militar, que trabajaba como agente de seguridad en Alaska, le fue devuelta un mes después y, según el FBI, Santiago habría utilizado esa pistola en el ataque de Fort Lauderdale.
Fuente: EFE