Fidel Castro, de 90 años, murió en Cuba una década después de dejar el poder por una enfermedad intestinal que lo llevó al quirófano más de siete veces y que el 27 de julio de 2006 lo puso entre la vida y la muerte. Ese día, Castro fue operado de urgencia debido a graves complicaciones: su intestino sufrió una perforación.
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El pronóstico, según cables diplomáticos revelados en 2007, era que Castro padecía de diverticulitis y su pronóstico era “muy grave”, por no lograrse controlar la infección en su intestino grueso.
De acuerdo con Wikileaks, el problema comenzó durante un vuelo entre las ciudades de Holguín y La Habana, tras un día de intensas actividades por la conmemoración del 26 de julio.
Decía el Partido Comunista en sus comunicaciones, filtradas por Wikileaks, que Fidel se opuso “caprichosamente” a una colostomía (técnica que consiste en hacer una abertura en la parte exterior del abdomen para eliminar los productos de desecho) y ordenó a los médicos cortar la parte infectada para empalmar el intestino al colon, una operación que el jefe del equipo médico aprobó.
Su recuperación se vislumbraba tan difícil (pocos le daban más de un año de vida), que, luego de pasar cerca de dos años hospitalizado en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (Cimeq), el mismo hospital en donde fue tratado por un cáncer Hugo Chávez, decidió traspasarle sus funciones como jefe de Estado a su hermano, Raúl Castro, en 2008.
“Castro atraviesa un estado terminal y sufrirá un inevitable deterioro de sus facultades mentales hasta el momento de su muerte. Pero no va a morir inmediatamente”, escribió Michael Parmly, el entonces jefe de la misión diplomática estadounidense, en marzo del 2007.
“Les comunico que no aspiraré ni aceptaré —repito— no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe”, aseguró en una carta. Fidel Castro ocupaba el cargo de presidente de la isla desde el 3 de diciembre de 1976; había sido primer ministro desde el 16 de febrero de 1959, tras el triunfo el 1º de enero de ese mismo año de la revolución contra el régimen de Batista.
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Su sucesor, Raúl, anunció que Fidel, a pesar de su retiro, sería consultado sobre las decisiones fundamentales que tuviera que tomar su gobierno, pero el papel activo del comandante se fue desdibujando con el tiempo.
Aunque al comienzo de su retiro público escribía con frecuencia en el periódico Granma -criticó la guerra en Siria, la intervención militar de Estados Unidos en Irak, la operación militar de Israel en Gaza y la urgencia de detener el cambio climático, entre otros temas- al final sus reflexiones eran escasas, al igual que sus apariciones públicas. Cuando lo hacía siempre había un dardo contra las políticas estadounidenses.
En uno de esos escritos el líder histórico cubano sostuvo que “hay hechos que reflejan la incapacidad casi total de Estados Unidos para enfrentar los problemas actuales del mundo. Puede afirmarse que no hay gobierno en ese país, ni el Senado, ni el Congreso, la CIA o el Pentágono quienes determinarán el desenlace final. Es triste realmente que ello ocurra cuando los peligros son mayores”.
>Los cables diplomáticos señalaban que la Sección de Intereses de Estados Unidos consideraba que “mientras siga vivo, incluso discapacitado, su presencia tiene un escalofriante y retardador efecto en la sociedad cubana”.
Informes posteriores señalaban que el médico español José Luis García Sabrido descartó la existencia de un cáncer y señaló que “el equipo cubano hizo lo que creyó conveniente, pero lo correcto hubiera sido una colostomía”.
El mal que padecía Fidel Castro no era curable, y menos a su edad, según reportes médicos. Ante ese panorama, el líder se refugió en Punto Cero (nombre con el que los cubanos llaman la residencia de los Castro), un complejo cerca de un campo de golf y de una instalación militar, con granja autosostenible (en donde Fidel cultivaba moringa, la planta que, según él, lo mantenía con vida) y varias casas en donde vive la familia: su mujer, Dalia Soto del Valle, y sus cinco hijos: Antonio, Alejandro, Álex, Alexis y Ángel.
Un artículo del diario británico The Guardian agrega que la “modesta casa” consta de dos pisos y cuatro habitaciones, mientras que otro del diario Telegraph la describe como una edificación “bien equipada” que contrasta con “la imagen de austeridad que se exige a los ministros cubanos”.
La revista Forbes aseguró que a 2012 la fortuna de los Castro llegaba a los US$900 millones, principalmente provenientes de inversiones en el exterior. Algo que el régimen siempre negó.
Durante su recuperación perdió 18 kilos, tuvo que vivir con suero y ser alimentado con sonda, una especialmente llevada de Corea del Sur, pero que no dio los resultados esperados.
Castro, un sobreviviente neto, logró vivir diez años más con esos problemas intestinales. No se esperaba menos de un hombre que sobrevivió a 11 presidentes estadounidenses (Dwight Eisenhower, John F. Kennedy, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter, Ronald Reagan, George Bush, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama) y a cerca de 638 intentos de asesinato.
De acuerdo con un informe, filtrado por Wikileaks, la oficina de asuntos estadounidenses en La Habana reportaba en 2008 que “nos faltan demasiadas variables para predecir cuántos meses más vivirá Fidel Castro. Francamente, ni el propio Castro puede determinarlo (…). Las altas expectativas por el cambio están ahí, pero se asocian a la idea de que el dictador tiene que morir para que algún cambio sustancial se produzca.
Con información de América Economía