Un equipo científico germano-brasileño ha descubierto en Brasil los restos continentales más antiguos de ritos funerarios humanos que evidencian actos de mutilación, incineración, manipulación y, posiblemente, canibalismo de los fallecidos.
PUBLICIDAD
Según informó hoy en un comunicado el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, su estudio -realizado en colaboración con la Universidad de Sao Paulo- ha demostrado la existencia de rituales funerarios complejos hace 9.500 años en Lapa do Santo (centro de Brasil).
«La amplia diversidad y elevada elaboración de los enterramientos en Lapa do Santo nos supuso en un principio una gran sorpresa», reconoció el líder del grupo de investigadores, André Strauss, del Max Planck de Antropología Evolutiva.
La investigación ha puesto al descubierto que Lapa do Santo empezó a utilizarse como lugar de enterramientos de cuerpos completos a partir del 8.600 a.C. y que, entre el 7.400 y el 7.200 a.C ., se generalizó lo que los expertos denominan la «manipulación» y «reducción» de los cadáveres.
Estas técnicas incluyen, según este estudio publicado en la revista especializada «Antiquity», «la mutilación, la retirada de la carne o los dientes, la exposición al fuego y, posiblemente, el canibalismo».
La práctica de la reducción se convirtió en un «elemento central del tratamiento de los muertos» de los rituales funerarios en ausencia de una arquitectura monumental o de bienes que acompañasen al muerto, indica el comunicado.
A continuación, según se desprende de este estudio de 26 enterramientos humanos, los fallecidos eran de nuevo enterrados «siguiendo reglas estrictas».
PUBLICIDAD
Además, la investigación ha comprobado que enterramientos posteriores -de entre hace 8.600 y 8.200 años- ya no empleaban estos ritos y no presentan «signos de manipulación de los cuerpos», lo que denota, a juicio de los investigadores, que los moradores de la región eran «grupos dinámicos» en «constante transformación».
«Los grupos humanos que habitaban el este de suramérica hace 10.000 años eran más diversos y más sofisticados de los que se creía anteriormente», concluye Strauss. EFE