Ecuador se ha adherido a un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) que dará tranquilidad al sector exportador de ese país andino, preocupado hasta ahora por el eventual castigo que hubiera supuesto no suscribir el tratado.
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Todo indica que con la firma del protocolo de integración al acuerdo, que tuvo lugar este viernes en Bruselas, quedan atrás los temores de lo que hubiera pasado sin él a partir del 31 de diciembre de este año.
En esa fecha vencen las preferencias arancelarias SGP+ que otorga la UE a Ecuador, por lo que la firma era urgente, pues sin esas preferencias y sin el acuerdo el país suramericano hubiera quedado en desventaja con relación a Colombia y Perú (que ya están integrados en el tratado comercial) ante un mercado de 500 millones de consumidores.
La preocupación llevó en los últimos meses al Gobierno a intensificar su agenda en Europa para tratar de acortar los plazos preparatorios y adelantar al máximo la firma del acuerdo y su entrada en vigor, que finalmente se producirá de forma provisional a partir del 1 de enero de 2017.
El ministro de Comercio Exterior, Juan Carlos Casinelli, encabezó visitas a Bruselas y a otras ciudades europeas para reunirse con representantes de las instituciones comunitarias y de los Gobiernos en busca de apoyo para lograr la firma lo antes posible y, en esa tarea, contó incluso con el refuerzo del vicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas.
Desde el Ejecutivo no se ocultaba la preocupación ante la posibilidad de no lograr la vigencia del tratado desde principios de 2017 y, aunque se aseguraba que en tal caso la firma se produciría en los meses siguientes, era indudable que el sector exportador hubiera sufrido a causa de esta demora, al tener que competir en desventaja durante el tiempo que se retrasara el proceso.
El impacto que hubiera supuesto para los exportadores el retraso en la entrada en vigor del acuerdo fue evaluado en septiembre en unos 400 millones de dólares anuales (unos cien por trimestre) por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien señalaba entonces que el Estado podría compensar esa pérdida, si bien reconocía la complicación que ello supondría.
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El tratado deberá ahora ser ratificado por el Parlamento Europeo y el ecuatoriano, pero la firma de este viernes es considerada una buena noticia por el sector empresarial, como indicó el presidente de la Cámara de Industrias de Guayaquil, Francisco Alarcón, quien calificó el hecho de «excelente paso para el país y para el empleo».
El alivio se constató en varios sectores exportadores, como el bananero, según dijo el presidente de la Asociación de Exportadores de Banano, Eduardo Ledesma, quien confía en que las ventas al exterior de ese producto se recuperen y pasen próximamente de los actuales 90 millones de cajas anuales a 120.
El acuerdo, según la Comisión Europea (CE) eliminará los aranceles para todos los productos industriales y de pesca, incrementará el acceso al mercado de los agrícolas y lo mejorará al de servicios y a la contratación pública, al tiempo que reducirá aún más los obstáculos técnicos al comercio.
Pero no beneficiará solo a Ecuador, sino también a la UE pues, de acuerdo con los cálculos efectuados, sus exportadores se ahorrarán al menos 106 millones de euros (unos 115 millones de dólares) en aranceles cada año y los ecuatorianos hasta 248 millones (269 millones de dólares).
El Gobierno ecuatoriano asegura que ha extremado los cuidados hacia los pequeños productores para que no resulten perjudicados, pero ciertas organizaciones sociales y ecológicas consideran el pacto con la UE una «estocada neoliberal» y estiman que afectará negativamente a zonas campesinas.
Algunas de esas entidades afirman que el tratado se pactó a puerta cerrada y que beneficiará sobre todo el sector agroexportador, mientras que otras voces aseguran que, con su entrada en vigor, se acentuarán las desigualdades en el país.
La respuesta a estas inquietudes es por ahora una incógnita que solo se despejará a medida que se convierta en realidad la aplicación del acuerdo, por lo que el 2017 será clarificador acerca del comportamiento y la fortaleza de la producción ecuatoriana en Europa.
Fuente: EFE