Ya sea una cita a ciegas, un encuentro casual o una conexión por Tinder, toda pareja tiene una historia originaria. Heather Krueger y Chris Dempsey no son diferentes, pero la suya comenzó en un lugar más oscuro que el de la mayoría: con una severa enfermedad de hígado.
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Krueger fue diagnosticada en marzo de 2014. El pronóstico no era bueno. Ese mismo mes, ella cumplió 25 años. Debía estar en lo mejor de su vida. En lugar de eso, Krueger confrontaba su muerte.
Enamorarse no estaba entre sus prioridades
Luego, en junio, la joven mujer padeció una falla en su hígado. Sin un donante, la muerte era inminente, y ella lo sabía, podría verdaderamente sentirlo. «Me dijeron que tenía menos de un 50 por ciento de posibilidades de vivir más de dos meses», contó Krueger a la cadena ABC. «Fue traumático», añadió.
«Para ese entonces podía sentir mi cuerpo apagándose», indicó. Krueger no tenía idea sobre qué hacer. A pesar de que ella tenía «tanta gente que probó», no parecía haber ningún donante. Lo expuso simple: «Es extremadamente difícil encontrar un donante vivo». No tenía opciones.
Mientras Krueger estaba luchando con las imposibles preguntas sobre su propia existencia, Chris Dempsey era puesto en funciones como oficial de Justicia en Frankfort, Illinois.
Una mañana, mientras deambulaba por la sala de recreación de su oficina, escuchó una historia triste. La sobrina de uno de sus compañeros de trabajo estaba muriéndose. Necesitaba un trasplante de hígado pero no podía hallar un donante vivo, y ella estaba muy abajo en la lista de trasplantes del Estado. Probablemente moriría antes de que llegara el donante.
Dempsey no lo dudó. Aún cuando nunca antes había conocido a Krueger, se ofreció para ser testeado para ver si podía ser potencialmente compatible. «Pasé cuatro años en el Cuerpo de Marines y aprendí que nunca había que huir de nada. Así que me dije ‘Hey, si puedo ayudar, voy a ayudar'», le explicó a CBS Chris.
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Y hacer cosas buenas estaba en la sangre del hombre. Una vez, cuando estaba en su trabajo, conoció a una mujer de 90 años cuya casa estaba muy deteriorada. No escribió una solicitud, pese a que tenía el derecho. En lugar de eso, reunió 30 voluntarios, consiguió las donaciones de material y repararon su hogar.
En este caso, hubiera querido que otro tuviera hiciera lo mismo si hubiera sido a la inversa.
«Cuando escuché sobre su situación, me puse en su lugar, pensando que podía ser un miembro de mi familia o yo mismo, hubiera querido que alguien me ayudara», dijo Dempsey. «Al principio, mi madre estaba nerviosa por mí. Algunas personas no entendían por qué haría eso por un extraño, pero cuando pasaba el tiempo, la gente cambió de parecer y coincidió en que era algo bueno lo que hacía».
Así que fue a realizarse el test, aún sin haber conocido a Krueger. Ella, mientras tanto, ya había experimentado este tipo de desilusión antes, así que «no quería emocionarse». Después de todo, él necesitaba el mismo tipo de sangre, estar en buena condición física y tener un hígado de un tamaño similar. La mayoría no coincide en las tres categorías, así que son descalificados de inmediato.
Así que ella solo esperó. Y un día, su teléfono comenzó a hacer un zumbido. Era Dempsey. Eran compatibles. Él le daría el 55 por ciento de su hígado. Ella viviría.
«Tiré el teléfono, bajé a la galería, y mi madre y yo comenzamos a llorar de la incredulidad», señaló Krueger. «Nunca antes había conocido a este hombre».
Unos pocos días después, él la invitó a almorzar para explicar el proceso. Además de donarle la mitad de su hígado, le contó que él, con su club de motociclistas, iban a realizar una colecta para que pudiera comprar los medicamentos.
«Y así quiso hacer una colecta. Era irreal», dijo Krueger.
A medida que la cirugía se acercaba, ambos se volvieron amigos. De hecho, comenzaron a tener sentimientos, pero no lo admitieron en ese entonces, dado lo extraño de la situación.
«Me dijo al principio de todo: ‘Tú no me debes absolutamente nada por esto. Podemos recorrer nuestros caminos por separado si así lo quieres'», le contó Krueger a Today. Estaba confundida: «¿Siento esto porque estoy enferma?», pensaba la mujer.
El 16 de marzo de 2015, sólo 10 días antes de su cumpleaños número 26, Krueger se colocó una bata y fue llevada a la cama del Hospital de la Universidad de Illinois. En una habitación continua, Dempsey hizo lo mismo.
La cirugía tomó más de ocho horas, pero no tuvo dificultades.
Mientras sus hígados se regeneraban, los sentimientos por el otro se volvían más profundos. Cuando se recuperaron, se dieron cuenta de que era amor.
Una noche de diciembre, Dempsey llevó a Krueger a lo más alto del Edificio Hancock para mirar Chicago y el Lago Michigan. Luego tuvieron una velada romántica y Dempsey se arrodilló.
Ese mes se casaron
«Eres el hombre más increíble que haya conocido», leyó entre lágrimas sus votos Krueger ante la congregación a la que pertenecía. «Crees en mí y me haces sentir sensacional cada día de mi vida. Por ti, río, sonrío y tengo un sueño nuevamente». «Tengo un ángel mirándome», le dijo la mujer a Today.
«Pienso en todos los ‘si’ que debieron pasar, como el hecho de que normalmente no entra en la sala de descanso de su trabajo, o que mi primo estuvo allí ese día…», agregó.
Por Travis M. Andrews – The Washington Post
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