Brryan Jackson tiene una historia única. Trágica. Escalofriante. Su padre le inyectó VIH, porque se divorció de su madre y no quería pagar manutención.
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Hace 24 años, el joven era un bebé de solamente 11 meses de edad, que estaba en medio del divorcio entre su madre y Brayan Stewart; ambos trabajadores de dependencias militares estadounidenses.
Sus padres estudiaron medicina en Misuri, Estados Unidos. Se mudaron a vivir juntos y en 1991, su madre quedó embarazada.
«Cuando nací, mi padre estaba muy entusiasmado. Sin embargo, todo cambió en la operación ‘Tormenta del Desierto'». Ese fue el ejercicio militar estadounidense en la Guerra del Golfo. «Cuando volvió, su actitud era totalmente distinta», explica Jackson.
El padre comenzó a desconocer a Brryan Jackson como su hijo, pidió pruebas de ADN y agredía a su madre, física y verbalmente.
Le inyectó sangre no compatible infectada con VIH
Eventualmente la situación terminó en un divorcio. «Mi padre solía decir cosas como: ‘Tu hijo no va a vivir más allá de los cinco años’ y ‘Cuando te deje, no va a quedar ningún vínculo entre nosotros'».
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Un día Brryan enfermó y terminó hospitalizado. Su madre llamó a su padre para que lo fuera a visitar. Primero lo negó, pero después se apersonó en el hospital.
Brryan tenía solamente 11 meses de edad. Bryan Stewart mandó a su exesposa a la cafetería y cuando quedó a solas con el bebé, sacó una jeringa con sangre infectada con VIH y se la inyectó.
«No sólo me inyectó sangre contaminada. También incompatible con mi grupo sanguíneo», explicó ante el Departamento de Justicia de Misuri, según reseña la «BBC«.
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Una vida llena de sufrimiento
Los años posteriores fueron de estar en hospitales, con incertidumbre y al borde de la muerte. Cuatro años después, el joven por fin fue diagnosticado con la poco conocida enfermedad.
A Jackson se le dieron todos los tratamientos disponibles en la época. Eventualmente, su estado de salud mejoró. Ahora, aunque el virus permanece en su cuerpo, prácticamente no hay posibilidad de que lo transmita.
Su infancia estuvo marcada por el sufrimiento, acoso y discriminación por parte de otros niños; además del desconocimiento de la enfermedad.
Ahora, Brryan Jackson pide justicia. «A veces, tengo pesadillas de que vendrá a terminar el trabajo que empezó», cuenta al medio citado.