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Elisa Caraballo aprendió lenguaje de señas para ayudar a su madre sorda

La pequeña Elisa Caraballo Martínez aprendió lenguaje de señas prácticamente desde la cuna, cuando apenas tenía un año, por la necesidad de servir de intérprete a su madre Carmen Martínez y a su hermano Rafael Aramis, quienes son sordos.

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“Mi mamá me enseñó, cuando yo tenía como un año”, explicó Elisa, ahora de 10 años, a la agencia Inter News Service (INS) cuando compartía en la víspera con su familia y la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, en la sede del colegio San Gabriel, en Puerto Nuevo, tras la multitudinaria marcha Oye Mis Manos, Comunícate que salió de los predios del estadio Hiram Bithorn.

Elisa, quien cursa el quinto grado y, contrario a su madre y a su hermano, puede comunicarse con una soltura superior a su edad, explicó que le resultó “fácil” aprender el lenguaje de señas.

“No, no fue complicado, es fácil”, dijo a la agencia INS cuando se le indagó sobre la complejidad del lenguaje de señas de los sordos.

La niña, quien sirvió de intérprete a su madre con la alcaldesa capitalina despertando la admiración de la gente, indicó que su madre puede leer los labios y que ella hace lo propio para un mejor entendimiento entre ambas, además de las señas.

Su hermano Rafael Aramis Álamo Martínez, de 13 años, fue beneficiario de una aportación de 2,200 dólares para la adquisición de un aparato auditivo por la alcaldesa Cruz Soto, quien entregó 15,000 dólares al colegio San Gabriel, que atiende a la población sorda, para adquirir un audiómetro y un impedanciómetro, que recibió la directora Izaskun Capataz Colás, además de otros 14,550 para un implante coclear a una niña.

El adolescente, que cursa octavo grado, tiene problemas de habla y para escuchar, explicó Elisa, quien literalmente lleva la voz cantante en la familia, aunque su padre Sandy Caraballo tampoco tiene problemas de audición.

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A pesar de que lo niega con una sonrisa pícara, su mamá Carmen Martínez, de 32 años, atribuye a Elisa ser “vaga” porque en lugar de hacer un mayor uso de lenguaje de señas, trata de comunicarse mediante la lectura de los labios.

La niña, que se encargó de enlazar la comunicación entre su madre y la alcaldesa de San Juan, a quien comunicó que ya había conocido en la recién inaugurada pista de patinaje del residencial Manuel A. Pérez, ya que practica ese deporte.

En ese momento, Carmen Yulín –como la llamó la nena residente en Río Piedras– le regaló una pulsera artesanal y como no andaba con ella, la ejecutiva capitalina le dio otra, que Elisa exhibió en su mano izquierda con el compromiso de no quitársela.

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