Estas son las formas más insidiosas que el sexismo en el lugar de trabajo puede asumir en 2016. Y dado que la cultura sexista en la oficina es menos evidente de lo que solía ser, también puede ser aún más difícil de manejar.
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Jessica Bennett, colaboradora de The New York Times (y, anteriormente, también de Newsweek), desea abordar este tema. En su nuevo libro, Feminist Fight Club: A Guide to Fighting Workplace Sexism (El club de la pelea feminista: Guía para combatir el sexismo en el lugar de trabajo), analiza las investigaciones que muestran estos sutiles obstáculos que enfrentan las mujeres y ofrece estrategias para hacerles frente. La autora les habla a las mujeres de la generación del milenio que luchan para desarrollar todo su potencial en el trabajo y terminan volviéndose contra ellas mismas y autoculpándose.
Los personajes de Bennett, como el Manterrupter (el Hombre que Interrumpe) y Bro-propriator (El Apropiador) podrán ser irónicos, pero sus consejos son aptos para el mundo real. A continuación presentamos los principales consejos para hacer frente al sexismo en la oficina.
1. El hombre que interrumpe: Cuando un hombre te quita la palabra
Las estadísticas muestran que las mujeres tienen el doble de posibilidades de ser interrumpidas cuando hablan en las reuniones profesionales. Ese número aumenta si eres una mujer de color.
Lo que puedes hacer:
La gallina verbal: Simplemente sigue hablando y no pares hasta que la otra persona se calle. Tómalo como un juego. Continúa hablando sin importar lo que tengas que hacer.
Inclínate hacia delante (literalmente): Inclínate físicamente hacia la mesa, si es que la hay. En las reuniones, si colocas los codos sobre la mesa, las investigaciones muestran que tienes menos probabilidades de ser interrumpida.
La mujer que interrumpe: Consíguete a un o una cómplice que interrumpa a quien te interrumpe cuando lo haga.
2. Hazte cargo de tu propia voz
Actualmente hay muchas discusiones acerca de la forma en que hablamos las mujeres, si alargamos las vocales (es decir, si hablamos como una de las Kardashian) o si terminamos nuestras afirmaciones con una entonación de pregunta. Cuando decimos que estas cosas no suenan autoritarias, en realidad definimos la autoridad en términos masculinos.
Si tomáramos en cuenta todas las distintas formas en las que, al parecer, las demás personas desean que hablemos, nunca seremos capaces de pronunciar una frase completa antes de que nuestro cerebro explote. Sin embargo, la realidad es que vivimos en un mundo dominado por los hombres en lo que respecta al poder, por lo que debemos ser conscientes de la manera en que hablamos y de la forma en que esto será interpretado.
Algo importante que puedes hacer:No te disculpes antes de hacer una afirmación, pedir un aumento o tratar de parecer confiada. Es claro que ello te perjudicará.
3. El apropiador: Cuando los hombres asumen el crédito de tu trabajo.
Las investigaciones muestran que las mujeres tienen menos probabilidades de que se les atribuyan correctamente sus ideas, por lo que si un hombre se limita simplemente a repetir tu idea, quizás incluso para apoyarte, es probable que el que escucha le atribuya la idea a él en lugar de atribuírtela a ti.
Un truco que puedes probar es Agradecer y recuperar. Le das las gracias: “¡Muchas gracias por retomar mi idea!” Estás siendo cortés, pero la palabra clave es mi: mi idea.
También está el cómplice (o la cómplice). Yo hice un pacto con un colega varón antes de entrar a una reunión en la que me apoyaría de alguna forma, ya fuera asintiendo con la cabeza o diciendo “buena idea”.
Y si alguien trataba de atribuirse una de mis ideas, él lo mencionaría. Esto no tiene por qué ser agresivo, puede ser un comentario hecho a la ligera o incluso juguetón. Esta es una situación en la que todos ganan: las investigaciones muestran que esto hace que la persona que da el crédito luzca desinteresada, al tiempo que la idea no deja de atribuírsete.
4. Y cuando te den el crédito, acéptalo
Yo clasifico a este tipo de mujeres como las que renuncian automáticamente a su crédito: ella es la mujer que, al igual que yo, siempre que recibe un elogio, responde, “Oh, no fue nada, jamás podría haberlo hecho sin fulano y zutano”, en lugar de decir simplemente “gracias”.
Con frecuencia, las mujeres eluden los elogios, es una conducta aprendida; no deseamos ser consideradas engreídas o arrogantes, y es más fácil que una mujer sea percibida de esa forma. El simple acto de decir “gracias” es muy radical en varias formas, pero también es fácil de hacer.
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5. Ser útil… y ser tratada como secretaria
Esto funciona en dos vías. Por una parte, está el hombre que te pide que hagas las copias, que arregles la impresora o que tomes las notas. Pero también está la mujer que siente que necesita ser útil, siguiendo el estereotipo de la “mamá de oficina”.
Una forma de afrontar esto es la siguiente: Simplemente no ofrezcas ayuda. Repítete a ti misma que cada vez que te ofreces a tomar las notas u organizar la fiesta, ello te quita tiempo para aportar ideas que te serán atribuidas.
También está la jugada de la “barista ignorante”, que consiste simplemente en decir, “Oh, en realidad no sé cómo preparar café. Mi mamá nunca me enseñó, así que los varones de la oficina nunca me piden que lo haga.”
También puedes“pasar la pelota”. Di que no llevaste tu cuaderno a la reunión y sugiere que un hombre realice esa tarea.
6. La palabra con S: tu salario.
Las investigaciones muestran que las mujeres deben estar mucho más capacitadas que los varones para que los demás consideren que están en el mismo nivel, y si son mujeres de color, deben estar aún más capacitadas. La primera vez que negocié un aumento fue debido a que un amigo y colega varón que estaba en el mismo nivel que yo me dijo cuánto ganaba. El hecho de tener ese punto de referencia me dio tanta confianza en que ello era injusto, que pude atreverme a negociar.
Muchas mujeres hablan mucho más abiertamente, en el lugar de trabajo y fuera de él, sobre cuál es su salario. En Google, un ingeniero creó una hoja de cálculo y todo el mundo comenzó a escribir en ella su salario, hombres y mujeres. Estoy segura de que a sus jefes no les hizo la menor gracia, pero permitió que muchas mujeres que recibían salarios menores se atrevieran a pedir más.
En relación con hablar acerca de tu salario, al igual que con mis otros consejos, debes tener en cuenta tu situación.Debes sentirte lo suficientemente cómoda con la persona a la que le estás preguntando, y probablemente tengas que estar en un nivel similar a ella. No vas a acercarte a tu jefa en la sala de descanso para preguntarle cuánto gana.
7. Cómo decir que no y poner en duda las cosas
El sentido del humor puede hacer mucho para poner en duda ciertas cosas que podrían hacer que las personas se pongan a la defensiva o se sientan atacadas. Si una persona no debería estar diciéndote lo que debes hacer,el sentido del humor podría ser muy efectivo. El chiste que aparece en la portada de mi libro resultó atractivo para una multitud de varones partidarios de Trump de alrededor de 60 años de edad.
Al igual que todas estas herramientas, las mujeres no deberían verse en la necesidad de usar ninguna de ellas. ¿Acaso debemos sonreír y soltar una carcajada mientras decimos estas cosas? No. Pero esto puede ser efectivo y hacer que las personas se sientan menos atacadas y, en última instancia, puede ayudarles a controlar su conducta.