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15 expertos estudian serpientes en Ecuador

Una rápida reacción puede salvarle a uno la vida si le muerde una serpiente venenosa pero, en algunas zonas apartadas de Ecuador , a veces pasan hasta 6 ó 7 horas antes de conseguir asistencia médica y eso, por desgracia, puede tener como consecuencia desde una amputación hasta la muerte.

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Este país andino, que importa los sueros para las mordeduras de países como Costa Rica o Colombia, registra un promedio de entre 9.000 y 10.000 mordeduras de serpiente al año, una elevada cifra de accidentes que, en un 16 % de los casos acaba en muertes o con consecuencias graves, como mutilaciones, según datos de la Fundación Erpetológica Gustavo Orcés.

«Es eso lo que queremos evitar, es en eso donde necesitamos trabajar y nuestro aporte es conocer la biología de esos animales: cómo viven, qué comen, cuál es la posibilidad de que te muerdan» o, por ejemplo, si su veneno daña el torrente sanguíneo o el sistema nervioso, explicó a Efe la directora de la fundación, la bióloga María Elena Barragán.

Se han dado situaciones dramáticas, en las que el accidentado, por desconocimiento y miedo, ha optado «por amputarse el dedo con un machete y entonces llega con una hemorragia o le da un tétano», mientras que en otros casos «mueren desangrados en el trayecto» al hospital o ingieren gasolina o gasóleo en acciones imprudentes y desesperadas por salvar la vida, relató.

En el país se asume que los médicos están formados para afrontar accidentes de emergencia con serpientes, pero necesitan una capacitación, precisó la directora del centro, donde quince profesionales, entre biólogos, veterinarios y bioquímicos protagonizan una verdadera odisea para mejorar la formación y el tratamiento de estos casos.

La fundación, que se financia con la gestión de un vivarium que exhibe anfibios y reptiles al público y con proyectos sufragados por organismos internacionales de cooperación, nació hace 25 años y hoy en día tiene «todo por hacer», indicó Barragán, quien reclamó la colaboración de universidades locales y del exterior en sus iniciativas de investigación.

En una entrevista en la «Sala de Venenosas» del vivarium, donde son sometidos a estudio ejemplares del 60% de las especies de este tipo que se contabilizan en Ecuador , la científica destacó el valor de la información documentada que acumula la institución tras 25 años de investigaciones.

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Sus responsables claman por alianzas estratégicas con universidades locales o del exterior para desarrollar estudios antropológicos, biológicos o veterinarios.

«Es un campo sumamente basto» en el que «hay para todos», aseveró la bióloga.

Por ejemplo, «sabemos que hay animales que vienen contaminados de la naturaleza, con virus y bacterias que pueden, simplemente, diezmar poblaciones», señaló Barragán como ejemplo de uno de los posibles temas de investigación, y mencionó también estudios que hoy en día se llevan a cabo sobre el cáncer o el alzheimer a partir de las proteínas que producen estos animales.

Uno de los proyectos más importantes del centro, según Barragán, es la reciente publicación del libro «Serpientes venenosas del Ecuador «, un compendio de toda la información que posee la fundación Gustavo Orcés que está en proceso de distribución entre comunidades indígenas, personal de parques nacionales, servicios de emergencias y autoridades de los ministerios de Salud y Turismo.

El libro ofrece información útil ante mordeduras y su venta puede contribuir a costear las necesidades del vivarium, entre las que figuran algunas tan singulares para los profanos en la materia como la compra semanal de un centenar de pollos o de cincuenta ratones para alimentar a las «inquilinas» de ese lugar.

 

 

 

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