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Con 61 votos a favor y 21 en contra, el Senado de Brasil aprobó hoy la destitución de la presidenta del país, Dilma Rousseff, quien enfrentaba un juicio polóitico por presuntamente haber violentado leyes fiscales al emitir emitir decretos que alteraron el presupuesto sin autorización del Congreso y utilizar líneas de crédito en bancos públicos para balancear los presupuestos del país y esconder el déficit presupuestario del país.
Rousseff tampoco podrá aspirar a ningún puesto político al menos durante los próximos años. La destituida presidenta había sido suspendida en mayo y el Senado tenía 180 días para culminar el juicio.
En entrevista con Metro, el analista político internacional, profesor Phillip Escoriaza, ya había adelantado que el Senado de Brasil había llevado a cabo dos votaciones distintas durante el proceso de jucio político para asuntos procesales, superando en ambas los 54 votos, el número que se necesitaba para destituir la presidenta, por lo que todo parecía indicar que Rousseff tenía muy pocas probabilidades de converncer a los senadadores y permanecer en la presidencia.
En su testimonio el lunes frente al Senado, Rousseff aifrmó que “si me juzgan sin haber cometido un crimen, es un golpe» y se defendió diciendo que los presupuestos en los que ella utilizó líneas de crédito para presuntamente esconder déficit y balancear gastos fueron también aprobados por el Congreso.
“La Constitución prohíbe que el Ejecutivo abra una línea de crédito, sí, pero permite que lo haga el Congreso. Y el Congreso aprobó los presupuestos. Así que aprobó la línea de crédito”, puntualizó.
El hasta ahora vicepresidente, Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), será el presidente de Brasil al menos hasta el 31 de diciembre de 2018, año en que culmina el cuatrienio en dicho país y se celebran nuevas elecciones.
